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Reportaje:

Sergei Perschke

El responsable del programa europeo de traducción automática cree que los ordenadores nunca sustituirán a los traductores

Nació en Leningrado hace 48 años, trabajó en Italia, tiene la nacionalidad alemana y reside en Luxemburgo. Habla correctamente seis idiomas europeos, y sus dos hijos dominan el alemán, el italiano, el inglés y el francés. Estas características y sus 30 años de experiencia en lingüística computacional llevaron a la Comisión Europea a designarle para dirigir el proyecto Eurotra, que prevé tener a punto en 1991 un prototipo de ordenador para la traducción automática y simultánea de las nueve lenguas oficiales europeas.

Perschke, criticado por algunos países anglosajones por su decidido apoyo a la participación de España y Portugal en el proyecto, cree que Ios ordenadores nunca sustituirán a los traductores, pero permitirán reducir y abaratar mucho el proceso de traducción".El trabajo de Perschke se sitúa a medio camino del científico y el manager, ya que tiene que coordinar a los quince grupos de científicos que trabajan en Eurotra, cuya reunión anual acaba de celebrarse en Sitges. Se trata de un hombre sencillo y bromista, con aire de científico despistado, del que nadie diría que gestiona un programa que cuesta 6.250 millones de pesetas, y cree que "no existen idiomas más difíciles de aprender que otros". Es optimista sobre el futuro de las lenguas europeas y no piensa que vayan a ser eliminadas por una superlengua: "El inglés continuará siendo sin duda la lengua vehicular internacional, pero hay un despertar de las lenguas nacionales y regionales", afirma, al tiempo que se muestra algo más pesimista sobre el futuro del ruso y del chino.

La historia personal de Perschke reproduce las oscilaciones de la construcción europea: en los años sesenta participó en la universidad de Milán en un proyecto de traducción automatizada del inglés al ruso, financiado por la Fuerza Aérea norteamericana. Luego pasó al centro de la Comunidad Europea (CE) de Ispra, donde creó un centro de traducción computadorizada de documentos científicos soviéticos.

"En 1964, un comité norteamericano afirmó que la investigación en traducción automática era imposible, innecesaria y terriblemente costosa", recuerda, Io que congeló nuestros trabajos hasta 1975, cuando, por fin, la CE -la primera potencia mundial en traducción- se dio cuenta de la eficacia y el ahorro que supondría la traducción automatizada. Permitirá, como mínimo, doblar la productividad de los actuales traductores". De ahí nació el programa Eurotra, "cuyo prototipo nunca traducirá de manera perfecta, como tampoco una persona puede traducir indistintamente poesía o bioquímica, pero facilitará el trabajo".

Perschke es un enamorado de nuestro país y alaba la rapidez con que el Gobierno español se incorporó a finales del año pasado al proyecto a través de un grupo de jóvenes lingüistas en Barcelona y Madrid. "Soy optimista sobre su trabajo", asegura Sergei Perschke, "porque aunque parten con desventaja, su entusiasmo les permitirá absorber el retraso que llevan respecto de los otros grupos".

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