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Fuertes divergencias entre los países del FMI sobre la estrategia de la deuda externa

Cinco años después de que México anunciara su incapacidad para pagar sus créditos a los acreedores, la estrategia construida desde entonces por los organismos de cooperación internacional para afrontar el problema se encuentra bajo un intenso ataque. El comité interino del Fondo Monetario Internacional (FMI), máximo órgano político de la institución, reconoció ayer que la "situación de la deuda externa en muchos países permanece siendo difícil". Las reuniones de Washington del FMI y Banco Mundial muestran las divergencias que existen para afrontar el problema.

El secretario norteamericano del Tesoro, James Baker, autor hace dos años de un plan para canalizar más recursos hacia los países deudores confirmó ayer que Estados Unidos, sin abandonar la base de su plan original, anunciará "nuevas ideas" al respecto. Sin revelarlas de una manera concreta, fuentes norteamericanas aseguraron que se trata de, aparte de una invitación a los países en buena situación para que estimulen aún más sus economías, una propuesta para introducir cambios sustanciales en la contabilidad bancaria, de forma que se limite el crecimiento nominal de la deuda del Tercer Mundo.El ministro brasileño de Finanzas, Bresser Pereira, mantuvo ayer una reunión con Baker para obtener el apoyo del norteamericano al nuevo plan que el país latinoamericano ha presentado a sus acreedores para reestructurar su deuda externa. El plan brasileño, recibido con escepticismo por la banca, incluye una propuesta para que los acreedores acepten la reducción nominal de la deuda. Según Pereira, "Baker mostró una actitud más positiva que en otras ocasiones".

Un billón de dólares

La actual estrategia de la deuda se basa fundamentalmente en la negociación caso por caso del problema de cada país. Bajo la supervisión del FMI, cada deudor negocia bilateralmente su fórmula de pago con sus acreedores privados e institucionales. México firmó su plan en 1986; Argentina lo hizo el pasado mes de junio y Brasil se encuentra en fase de negociación desde la semana pasada. Pero, como la experiencia de los últimos años ha demostrado, los programas se colapsan a los pocos meses, pese a que muchas veces se reducen a la simple inyección de nuevos fondos para el pago de intereses.Para romper esta cadena, cada vez más difícil de construir ante la incapacidad de los deudores para generar suficientes recursos siquiera para el pago de los intereses, varios países endeudados han propuesto, si no una condonación formal de una parte de la deuda, nuevos mecanismos para disminuir su carga. El denominado nuevo menú de opciones ya funciona de alguna manera en el caso de Argentina (conversión de deuda por bonos y acciones), pero plantea numerosos problemas a los bancos.

Otro problema adicional fue sacado a la luz ayer mismo por el ex presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Paul Volcker, en un desayuno con la Prensa europea. Volcker, contrario históricamente a la condonación de la deuda, manifestó que estas nuevas fórmulas crean más problemas que los que resuelven. "Se originan agravios comparativos entre los grandes deudores, que consigen mejores condiciones de pago, y otros países pequeños que realmente han hecho grandes sacrificios para sanear sus finanzas", dijo. Con una deuda externa global del Tercer Mundo que supera el billón de dólares, muchos países se han limitado en los últimos tiempos a ignorar simplemente sus compromisos de pago. Perú hace tiempo que no paga a los bancos privados y Brasil suspendió el pasado mes de febrero el abono de intereses. El principal hacía años que ya no lo pagaba. "La situación es tan extrema que ya simplemente muchos países no van a pagar", decía el comunicado del grupo de los 24.

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