Whashington y Moscú, en la fase crucial de la negociación
Estados Unidos y la Unión Soviética entraron ayer en la fase crucial de sus negociaciones, en Washington, para acordar la desaparición de los misiles nucleares de alcance intermedio (INF) de Europa, después de que delegaciones técnicas de ambos países pasaran la madrugada del miércoles y gran parte de la jornada de ayer resolviendo los últimos detalles que permitirían el acuerdo. El secretario de Estado norteamericano, George Shultz, y el ministro soviético de Asuntos Exteriores, Edvard Shevardnadze, volvieron a reunirse ayer, a solas, por segundo día consecutivo en un ambiente que, por primera vez desde la invasión soviética de Afganistán en 1979, recuerda más a conversaciones entre aliados que entre rivales.
Shultz y Shevardnadze almorzaron ayer en la embajada de la URSS y cenaron en el Departamento de Estado. Los dos políticos afirmaron estar realizando "progresos". La impresión es que las 72 horas de discusiones pueden concluir hoy con humo blanco, lo que significaría que Ronald Reagan y Mijail Gorbachov, antes de fin de año, firmarían en Washington un tratado para eliminar los euromisiles.Aunque se duda que se anuncie inmediatamente la fecha de la cumbre, la cadena de televisión CRS informó ayer que Anatoli Dobrynin, ex embajador de Moscú en Washington y el cerebro de política exterior de Gorbachov, vendrá a Estados Unidos en octubre para preparar el recorrido del líder del Kremlin por Estados Unidos, que no se limitará a la capital federal.
La carta de ocho páginas a doble espacio de Gorbachov a Reagan entregada por Shevardnadze en la Casa Blanca contiene, según fuentes norteamericanas las claves para concluir un acuerdo sobre INF (misiles de alcance intermedio) y hacer "razonable" una cumbre. "Es constructiva, global [se refiere también a los cohetes estratégicos] y mantiene el proceso en movimiento". También dice que sí no es para rubricar un tratado no vendrá a este país, algo que ya es aceptado por la Administración.
Crucero de puesta de sol
Shultz, después de decir que las divergencias existentes sobre los 72 misiles Pershing 1A de la RFA, con ojivas nucleares norteamericanas, son "solucionables", se llevó a Shevardnadze a un crucero de puesta del sol y nocturno en un yate por el río Potomac. El ministro soviético reconocía el buen comienzo de sus conversaciones en Washington, confirmando "el deseo recíproco de llegar a un acuerdo aunque no basta con el deseo'. Paul Nitze y otros once expertos en control de armas, por parte norteamericana, y un equipo soviético dirigido por Victor Karpoy trabajaron durante la noche en la séptima planta del Departamento de Estado mientras sus jefes navegaban a bordo del yate.
A las nueve de la mañana (tres de la tarde, hora peninsular española), Shultz y Shevardnadze volvieron a la mesa de negociaciones mientras otros grupos reducidos de trabajo discutían cuestiones bilaterales, conflictos regionales y derechos humanos. Los norteamericanos han calificado de "estimulante" la recepción de Shevardnadze a las críticas de violación de los derechos humanos en la URSS que le hizo Reagan el martes. El ministro soviético le pidió a presidente que valorara más positivamente los esfuerzos que está haciendo Gorbachov en este terreno.
Las relaciones entre las dos superpotencias no vivían desde hace siete años, cuando Reagan llegó a la Casa Blanca, un ambiente tan distendido como el actual. Moscú admite sin pestañear la discusión sobre derechos humanos, Afganistán o Nicaragua y se presenta como una fuerza estabilizadora en Oriente Medio y en el Golfo Pérsico.
Washington trata de aprovechar el impulso de un tratado sobre INF para avanzar hacia un posterior acuerdo sobre los cohetes estratégicos, realmente los más desestabilizadores. Pero el diálogo en Washington confirma que este camino está bloqueado. Shevardnadze le volvió a repetir a Reagan en la Casa Blanca que sólo el establecimiento de límites en la Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI, llamada guerra de las galaxias) permitirá una reducción sustancial del número de los misiles intercontinentales. "Que quede claro que no voy a negociar la guerra de la galaxias", respondió el presidente al ministro soviético.
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