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Nicaragua sigue armando a la guerrilla salvadoreña, según Shultz

Francisco G. Basterra

El secretario de Estado norteamericano, George Shultz, acusó ayer a Nicaragua de continuar enviando armas a la guerrilla salvadoreña "incluso después de la firma del acuerdo de Guatemala". Shultz, en respuesta a una pregunta de EL PAÍS durante un desayuno con un grupo reducido de periodistas europeos y japoneses, afirmó que la URSS debe abandonar Centroamérica y "dejar que los pueblos de la región y del hemisferio occidental resolvamos nuestros problemas"."Los términos básicos de la doctrina Monroe, que no queremos interferencia extranjera en nuestro hemisferio, siguen siendo válidos", añadió Shultz, que no respondió directamente a la pregunta de por qué Ronald Reagan y Mijail Gorbachov no negocian directamente en la próxima cumbre la cuestión de Nicaragua. El ministro de Exteriores estadounidense convocó a la Prensa días antes de su encuentro en Washington con su colega soviético, Edvard Shevardnadze, que se considera el último paso antes del anuncio de la tercera reunión Reagan-Gorbachov para firmar un acuerdo de eliminación de euromisiles.

El secretario de Estado anunció el jueves que Reagan pedirá al Congreso 270 millones de dólares (más de 32.000 millones de pesetas), para un período de 18 meses, de ayuda a la contra para ,acabar con la incertidumbre y las dudas sobre nuestro compromiso" con los rebeldes.

El anuncio ha provocado una inmediata reacción negativa de los demócratas, que acusan a la Administración de no respetar el proceso de paz acordado en Guatemala el pasado agosto por los cinco presidentes centroamericanos.

Shultz afirmó rotundamente que "no habrá acuerdo sobre euromisiles si la URSS insiste en incluir en el mismo los Pershing IA de la RFA". "Ésta es una cuestión de principio". Pero el secretario de Estado, que la semana próxima recibirá a Shevardnadze, insistió durante 45 minutos en que las perspectivas de un acuerdo, que también podría ampliarse a los cohetes estratégicos, son buenas, y en que el diálogo entre las dos superpotencias ha mejorado notablemente.

De la reunión con Shultz se deduce que, a falta de detalles y a cubierto de nuevas sorpresas soviéticas, todo parece apuntar a la inminencia del anuncio de un acuerdo de desaparición de todos los misiles atómicos de alcance intermedio (de 1.000 a 5.000 kilómetros) de Europa y de Asia. Pero, por razones de política interna, presiones de los ultras, y de elemental prudencia diplomática, Washington prefiere no lanzar las campanas al vuelo y dejar que Gorbachov se decida a anunciar su deseo de venir a Estados Unidos.

El secretario de Estado calificó al líder soviético y a su equipo de "muy capaces, inteligentes, con capacidad decisoria y audaces, dedicados a su interés, que no ha variado, pero con los que se puede conversar".

Las negociaciones

Max Kampelman, el principal negociador de EE UU en Ginebra, que también asistió al desayuno, junto con Rozanne Ridgway, secretaria de Estado adjunta para Europa, aseguró que "no hay razones para que no completemos un acuerdo antes de fin de año, si las dos partes trabajan juntas", pero explicó que los soviéticos han detenido en las últimas semanas todo progreso en las negociaciones de Ginebra. "No sabemos si será para que Shevardnadze ponga el proceso en marcha de nuevo en su visita a Washington".

Shultz insistió en que sus tres jornadas de discusiones, la semana próxima en Washington, con su colega soviético, Shevardnadze, no tienen como objetivo acordar la fecha de la tercera cumbre entre Ronald Reagan y Mijail Gorbachov. "No sabemos el resultado del encuentro", que, reiteró, servirá para revisar toda la agenda de nuestras relaciones: derechos humanos, conflictos regionales. Estos contactos son útiles "aunque sólo sea para evitar errores de cálculo". Shevardnadze será recibido por Reagan, con quien almorzará también en la Casa Blanca.

Shultz y sus asesores describieron un panorama alentador para la firma de un acuerdo de euromisiles este año, pero subrayaron al mismo tiempo el carácter imprevisible del comportamiento soviético. Uno de los asesores de Shultz dijo que es posible que Moscú retenga aún la fecha de la cumbre para conseguir más concesiones de Washington. Sin embargo, la impresión generalizada en Washington es que Gorbachov vendrá a EE UU en noviembre para sancionar con su firma un acuerdo.

El presidente Reagan y Shultz están sometidos a una fuerte presión interna de los sectores más conservadores, que les acusan de vender" a la contra en Nicaragua y de estar dispuestos a firmar un acuerdo "desventajoso" con la URSS para salvar históricamente la presidencia de Reagan.

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