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"Hacemos cine a cuatro manos", dicen Paolo y Vittorio Taviani

Los cineastas italianos presentan en España 'Good morning, Babilonia'

Andrés Fernández Rubio

Los hermanos Paolo y Vittorio Taviani dicen hacer cine "a cuatro manos", como dos pianistas de la cámara que tocasen uno un plano y otro el siguiente, y a la inversa, hasta interpretar creativamente un cine generalmente más sentimental que técnico. Good morning, Babilonia, su última película, que acaban de presentar en España, cuenta la historia de dos hermanos que llegan al Hollywood del año 1914. Los personajes no están sacados de ellos mismos, según afirman Paolo y Vittorio, pero sí es auténtico su homenaje a los orígenes del cine.

Los hermanos Taviani serían los invitados ideales a una tertulia entre amigos, pues su cordialidad supera en mucho a su autocomplacencia. Paolo, de 56 años, y Vittorio, de 58, llevan 24 haciendo cine, y por algunas de las diez películas firmadas a medias han recibido los premios más importantes del cine europeo. Su lanzamiento internacional se produjo en 1977, con Padre Padrone, y a estas alturas ya no podrían separarse cinematográficamente: "Imagínese", dice Paolo, "que yo hiciera una película en solitario. Tendría que presentarme a algún festival con una opera prima"."Estamos siempre juntos", añade, "tanto por suerte como por desgracia", y cuenta el proceso de creación de sus filmes: viven en Roma cerca de un parque, por el que pasean, haga frío o calor, en un diálogo continuo. "Hablamos de mujeres, de trabajo, de emociones, y a veces surge la posibilidad de una historia que comenzamos a desarrollar. Las ideas, cuando son vagas, suelen ser maravillosas; otra cosa es escribirlas, a veces hemos tirado muchas páginas".

Cuando tienen hecho un copión, los Taviani van a ver al guionista Tonino Guerra que, según cuentan, acostumbra a decir que es horrible, para así hacerse necesario. "Su concentración y rapidez increíble da forma a lo ya escrito".

A la hora de rodar, los dos acuden al plató un par de horas antes del comienzo. En ese momento se separan levemente. "El director tiene siempre que ser uno", dice Vittorio; "por eso hacemos uno un encuadre y otro el siguiente". Sus discusiones se imaginan muy armónicas, y Vittorio utiliza una ironía muy culta para explicarlo: "Un autor siempre discute consigo mismo. El texto de Leopardi El infinito está lleno de tachaduras y borrones. Si una lucha tan fuerte se ha producido sólo en uno, imagínese siendo dos".

Ayer y hoy

Good morning, Babilonia, historia de dos hermanos cuya camaradería es incorruptible y que llegan a tener experiencias telepáticas, tiene, en opinión de ambos, pocos elementos que puedan ser definidos como autobiográficos: "Los personajes se crean del barro", dice Vittorio, "y de ahí los hemos sacado, tomando, eso sí, pequeños trozos de nosotros mismos".Las connotaciones autobiográficas podrían mermar la idea que se desprende de la película: un hermano no puede vivir sin el otro, el presente sin el pasado o América sin Europa. El protagonista de Good morning, Babilonia son dos, "los hijos de los hijos de Miguel Ángel", que de restaurar catedrales en Europa acaban construyendo los elefantes de la escena babilónica de Intolerancia, uno de los monumentos del cine, realizado por David W. Griffith en el naciente Hollywood.

"Hemos querido hacer una utopía", dice Vittorio, "la de pensar que lo tecnológico no tiene que serlo todo en la actualidad, y que los trabajos artesanales de hoy deben mucho a los de ayer. Tal vez dentro de mil años los artesanos del futuro harán su labor gracias a los que la realizaron en el cine. Se trata de reflejar un trabajo en equipo al servicio de los demás".

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