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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

En clave de 'melo'

Nada más comenzar Así como habían sido, salta de la pantalla la evidencia de que hay detrás de ella buen gusto, esmero, cuidado por lo detalles, sentido del encuadre y un tono triste, premeditadamente moroso, que nos sitúa, apoyado en una banda musical contagiosa, en clave de melodrama. Vamos a asistir a un relato sobre sentimientos y Linares lo advierte con elegancia.La obertura del filme, en esta clave de melo, funciona bien, envuelve. Y llega a su desembocadura a través de un desenlace que cumple las espectativas iniciales, sobre todo en la escena final, que está concebida para hacer asomar las lágrimas, cosa que consigue sin artimañas, apoyada allí donde un cineasta que no quiere mentir con la cámara debe siempre apoyarse, que es en los rostros de los actores, que están, bien dirigidos y que, sobre todo Juan Diego y Antonio Banderas, transmiten emoción.

Así como habían sido

Dirección: Andrés Linares. Guión: Joaquín Jordá y Andrés Linares. Fotografía: Federico Ribes. Española, 1987. Intérpretes: Massimo Ghini, Juan Diego, Antonio Banderas, Nina van Palland, Antonio Gamero, Lourdes Fernández Ventura, Ana Vason, Eufemia Román, Amparo Climent, Cristina Juan, Luis Ciges. Estreno en Madrid: Minicines y Rex.

Estas son las virtudes de una película meritoria por la bondad con que ha dominado la dificultad y el riesgo -sobre todo el riego de ridículo, que siempre amenaza a lo solemne- pero que, en cambio, pierde fuste en la zona central del relato, que no está a la altura de principio y final: un largo, desmesurado y no bien elaborado flash-back, en el que las transiciones de tiempo no están bien marcadas, ni avanzan sobre mutaciones de la imagen -se perciben deficiencias de presupuesto, que impiden recrear ambientes creíbles del in mediato pasado español- capaces de hacer crecer la emoción y ni hacer progresar en intensidad la buscada sentimentalidad del relato.

Y este, una vez que retrocede hacia atrás, se adentúa en una zona contradictoria del filme: una evocación del pasado que tiene erroneamente el mismo tono que el presente y que se pierde en dilaciones que aplazan demasiado el pequeño enigma en que la trama se apoya.

Y cuando se nos ofrece por fin este enigma, ya es demasiado tarde y el espectador se ha desentendido del asunto. Las evocaciones, los flash-back, por la economía y esencialidad propia del recuerdo, deben ir al grano, pero en este filme se diluyen en excesos de ganga, de tal manera que un contenido argumental que se podría haber narrado en unos pocos minutos se traga la mitad del metraje, tres cuartos de hora de los que sobran, con manga ancha, dos.

Lo mejor del filme está en los indicados comienzo y final. Y hay que insistir que en dos actores -Diego y Banderas que hacen de soporte de la credibilidad visual del relato, y que, en la parte que a ellos corresponde, lo logran.

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