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MOSTRA DE VENECIA

Estupenda sorpresa

ENVIADO ESPECIALCuando ya iba aumentado el número de títulos a concurso que se presentan diariamente, y mientras esperamos que se exhiba Divinas palabras, la jornada de ayer de la 44º edición de la Mostra veneciana nos proporcionó una estupenda sorpresa: la película japonesa Marusa no Onna, de Juzo Itami.

El director se había ocupado en anteriores filmes de mostrar algunas de las obsesiones del Japón contemporáneo como el especialista culto a los muertos o los hábitos; alimentarios. Ahora nos habla del dinero como principal interés de todos los japoneses. Según Itami, "en su voluntad de internacionalización, Japón ha querido escoger un lenguaje internacional, y el elegido es el lenguaje del dinero".Los protagonistas de la película son inspectores de Hacienda y defraudadores del fisco enfrentados en una lucha terrible en la que vale todo.

El punto de partida de la ficción, de naturaleza casi policiaca, es una particularidad nipona: los documentos oficiales no se firman a mano, sino con sellos o tampones personales. Esto convierte a los ancianos moribundos en víctimas codiciadas, pues si se les arrebata su sello esto permite camuflar grandes cantidades de dinero a través de falsas sociedades.

Si los estafadores tienen pocos escrúpulos, los inspectores no son mejores. El retrato que hace Itami de una sociedad que sólo habla de dinero es feroz y divertido. El director mantiene un ritmo muy vivo durante toda la película, no renuncia a efectos grotescos o cómicos y, sin embargo, es capaz de hacer funcionar los personajes en un registro más humano.

También ha sorprendido, pero en sentido contrario, Lunga vita alla signora, de: Ermanno Olmi. No se trata de una película, sino de un esbozo de filme. Olmi ha escogido una comida, un banquete, como "lugar metafórico absoluto".

Ahí se encuentran dos mundos: los criados y los señores, los que sirven y los que son servidos. Durante una noche, todo el mundo está pendiente de la celebración de la señora, que convoca a todos en una especie: de castillo de Drácula durante casi dos horas. Encerrados en el mismo decorado, los personajes se comportarán de acuerdo con su papel social, provocando situaciones más o menos divertidas, para configurar un conjunto patético.

El retrato de Olmi es de perfiles muy desvaídos. La reunión es de refinamiento felliniano, pero parece que el director se ha olvidado de acabar sus caricaturas, como si hubiera dado por buenos unos bocetos y con ello le bastase.

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