La 'bomba Scalfaro' sacude Italia
El ex ministro del Interior denuncia intentos de manipular los servicios secretos
El caso ha sido ya denominado la bomba Scalfaro y está llamado a impedir que más de un político goce tranquilamente sus vacaciones, que casi milagrosamente les había regalado san agosto con la formación del nuevo Gobierno italiano que preside el democristiano Giovanni Goria. El ex ministro del Interior Oscar Luigi Scalfaro ha denunciado en unas explosivas declaraciones a Il Corriere della Sera intentos de utilizar a los servicios secretos durante la última crisis política en Italia. Ayer, el magistrado Doménico Sica abrió una investigación judicial e interrogó al ex ministro, como testigo.Scalfaro, democristiano, católico ferviente, que se formó en la escuela dialogante de Pablo VI había sido considerado por su gestión en un ministerio tan delicado como el del Interior como uno de los ministros de mayor prestigio internacional, dada la batalla sin cuartel que desencadenó contra el terrorismo. Su ausencia en el nuevo Gobierno había sorprendido notablemente.
Scalfaro, de proverbial prudencia, ha revelado detalles de una entrevista secreta con el secretario nacional democristiano Ciriaco de Mita. Afirma que éste le dijo que su cartera la quería a toda costa el anciano Amintore Fanfani y que él no se sentía con valor para negársela. Y le ofreció a cambio el Ministerio de Educación. Scalfaro lo rechazó y el líder democristiano le explicó, en un intento de convencerle, que el Vaticano le había hecho saber que veía con buenos ojos su nombramiento para un cargo que el Papa consideraba importante.
Scalfaro no se conmovió y respondió que él sólo va al Vaticano "a comulgar" y que no le agrada que se entrometan en su vida política. Y cuenta aún más: alguien se había dirigido a los servicios secretos durante la crisis para pedir información acerca de algunas personalidades políticas, con vistas a utilizarla como chantaje. "Sé que alguien, desde fuera, ha pedido a alguna personalidad de los servicios de seguridad algún favor o información", declara el ex ministro, para añadir, orgulloso: "Obtuvieron la respuesta que se merecían".
Que dé nombres
Todos los partidos han pedido que Scalfaro "escupa los nombres". Al mismo tiempo, las revelaciones han hecho desempolvar la vieja cuestión, nunca zanjada, del papel que han desempeñado en política unos servicios secretos corrompidos que, por tres veces consecutivas en los últimos años, vieron cómo tenían que ser relevados sus altos mandos.Se ha recordado la triste historia del general Giovanni de Lorenzo en el escándalo, en 1966, del Servicio de Información para Asuntos Reservados (SIFAR) -una de las secciones de los servicios secretos de entonces- cuando se descubrió que en el Ministerio del Interior se había fichado -incluyendo aspectos de la vida íntima- a miles de personalidades políticas, económicas y hasta eclesiásticas. Se aseguró que, descubierto el escándalo, aquellos miles de documentos fueron quemados. El número de informes coleccionado por el general De Lorenzo a partir de 1966 era de 33.000. A pesar de haberse dado orden de hacer con todo ello una gran hoguera, Giulio Andreotti, cuando era ministro de Defensa, se dio cuenta en 1974 de que no todo había sido destruido por el fuego, y ordenó que se quemaran las fichas.
Toda una historia que intentó contar el periodista Mino Peccorelli, vinculado con los servicios secretos y con Licio Gelli -jefe de la secta masónica clandestina Propaganda Dos (P-2)-, en el boletín que publicaba semanalmente la agencia de noticias de su propiedad OP, en su edición del 20 de marzo de 1979. Pero ese mismo día apareció misteriosamente muerto a tiros en Roma. Peccorelli mantenía que no todos los documentos habían sido quemados y que alguien había hecho una fotocopia de los 33.000 informes antes de ser destruidos.
Más adelante estalló el escándalo de Licio Gelli y de su logia secreta P-2, y se sospechó que los chantajes que hacía Gelli fueron posibles porque habían llegado a su poder las fotocopias de los citados informes.
El hecho de que en estos días haya habido quienes se hayan dirigido a los nuevos y remozados servicios secretos para arrancarles informaciones comprometidas y usarlas contra alguien en la formación del nuevo Gobierno ha hecho sospechar que se sigue fichando a la gente. En el Parlamento llueven ahora las interpelaciones sobre los servicios secretos y las supuestas presiones internas o del Vaticano para la formación del último Gobierno.
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