Manhattan Transfer: "El año pasado suspendimos la gira porque había terroristas en Europa"
Manhattan Transfer -brillantes, sincrónicos, vitales encima de la tarima del polideportivo vitoriano de Mendizorroza- se convirtieron ayer -la mañana siguiente a su concierto- en cuatro tipos encantadores ajenos al oropel y mucho más accesibles de lo que los numerosos y artificiales filtros hacían pensar. Tim Hauser, fundador del cuarteto norteamericano, añade, sin embargo, que les gusta la parafernalia que les rodea y que forma parte del espectáculo. El grupo suspendió su gira europea de 1986 por miedo a un atentado libio, y está convencido de que el año pasado "había terroristas".
Esta gran familia, que cuando actúa deja poco lugar a la improvisación y que bulle en meho de proyectos como un álbum sólo de voces o un disco en castellano y portugués, piensa que el paso del tiempo no es un problema para su música. "El éxito no es problema de juvenud, sino de creación", dice Alan Paul, uno de los dos chicos del cuarteto.La visita de los Manhattan era esperada en Vitoria. El año pasado, la amenaza de una acción terrorista dejó a los euopeos sin su presencia. Reagan -EE UU- había atacado recientemente Libia. El grupo coincide: "Había terroristas".
La Prensa local advertía, días antes de que los Manhatan saltaran a la pista, de las en casiones faraónicas y extrañas ondiciones del contrato: 36 toallas de baño y 24 de mano en los camarines, refrescos y ensaladas, champaña del bueno, una lista de tintorerías y de establecimientos de limpieza en seco, una plancha y otra de vapor durante la actuación...
Tal como son
Al final, ayer, pocas horas después del éxito, el cuarteto, de uno en uno, se mostró tal y como es. Alan Paul, el primero que bajó al vestíbulo del hotel. "¿Entrevistas?", había dicho por teléfono el representante. "Ahora, nada". Un momento, por favor. Y Alan Paul, que inetrpretó un papel en Grease en Groadway antes de encontrar un rumbo definitivo, se fue a un discreto rincón del vestíbulo.
Paul, que viaja acompañado de su mujer y su hija (medios de comunicación relataban, por ejemplo, cómo el amoroso padre cambió los pañales de su vástago poco después de llegar al aeropuerto vitoriano de Foonda), considera que la gira de ste año ha sido una de sus me
jores experiencias. "He tenido la posibilidad de conocer diferentes lugares y cómo vive la gente. Te das cuenta de lo pequeño que es el inundo". Aunque el bajo, la batería, la guitarra, van camino del siguiente festival, eljazz sigue en los ojos de Alan. ¿Qué es el jazz para Manhattan Transfer? "Es una buena pregunta. El jazz tiene muchos aspectos: improvisación, un estado mental, música contemporánea...".
Ahora, Manhattan tienen un camino, un futuro perlado de proyectos. Un álbum sobre Brasil, un disco sólo vocal, tal vez un trabajo en español y portugués con el fin de ampliar el mercado en Latinoamérica, donde el inglés no es siempre moneda'de cambio... Muchas ideas para un grupo que ya tiene siete premios Grammy.
A veces se les recuerda con chaqué. Alan Paul, que, al igual
que sus compañeros, se asó materialmente sobre el escenario-horno de Vitoria, opina que el aspecto, aunque importante, es sólo un com,plemento de la música. Eso sí que es importante. Lo mismo, por lo menos, que llevarse bien para tener una precisión'de reloj encima de las tablas, porque n.o hay que olvidar que este gran cuerpo está formado por otros cuatro más pequeños. "Es como un matrimonio, como una familia en la que a veces se discute".
Poco sitio hay en los Manhattan para la improvisación. "Para un grupo es dificil, porque todo es muy preciso", reconoce Alan, que recuerda que en Aireguin, por ejemplo, se pueden escapar del corsé.
Las dos chicas, Janis Siegel y Chery1 Bentine (sustituyó en 1979, siete años después del alumbramiento del grupo, a Laurel Masse), salen del hotel
en el ínterin, y barahúnda de salidas y entradas, de acompañantes y músicos, de calor y lluvia.
Y, por fin, Tim Hauser, el alma de Manhattan, el ejecutivo-publicista-taxista que un buen día buscó tres compañeros, ensayó seis meses con ellos y empezó a cantar en clubes de Nueva York. Calvo, de edad tan indefinida como Alan Paul y el resto, dice que el recital, el público, todo, maravilloso, y añade que el ropaje que les acompaña, la parafernalia, el cascarón, forma parte del espectáculo. "Alguna gente lo hace, y otra, no. Pero nosotros, sí, nos gusta". Hauser precisa que el disco de música brasileña podría estar en octubre, y asegura, con su compañero, que Manhattan son cambio permanente, que la evolución sigue y sigue. Cierra la frase con una risa tranquila y discreta.
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