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Reagan envía una delegación a Panamá para propiciar el diálogo Gobierno-oposición

Antonio Caño

Estados Unidos favorece una solución negociada y, pacífica de la crisis que desde hace más de un mes afecta a Panamá, según informaron fuentes diplomáticas norteamericanas que confirmaron la llegada ayer a este país -de crucial importancia estratégica para Washington- de una delegación del Departamento de Estado para contribuir a un diálogo que permita detener el deterioro actual.

Richard Holwell, número dos de la Subsecretaría para Asuntos Interamericanos, y Richard Wyroeh, experto en temas panameños, llegaron oficialmente para participar en una reunión de la Comisión Directiva del Canal, aunque fuentes norteamericanas admitieron que "a veces en tomo a estas reuniones se producen circunstancias políticas que también es necesario tratar". Por su parte, medios panameños afirman que los funcionarios mantendrán conversaciones con el objetivo de encontrar una fórmula que permita una transición pacífica con la vista puesta en las elecciones de 1989.Por otro lado, en Washington, miembros del Consejo Nacional de Seguridad se reunieron el lunes con Carlos Rodríguez, destacado miembro de la oposición residente en Miami y muy vinculado a medios norteamericanos.

El papel determinante de Estados Unidos en esta crisis ha sido evidente desde el inicio de los disturbios. Gobierno y oposición han buscado vías de acercamiento a Washington convencidos de que el apoyo norteamericano a uno de los dos bandos podría decidir el conflicto. Pero Estados Unidos no ha dado hasta ahora el salto cualitativo que permitiera inclinar la balanza en un país clave para sus intereses en América Latina, sede del Comando Sur y base de estacionamiento de unos 20.000 hombres (entre civiles y militares) destinados a la defensa del canal.

El secretario de Estado adjunto para Asuntos Interamericanos, Elliot Abrams, se pronunció el 30 de junio por un diálogo amplio en el que se recojan los planteamientos de la oposición. En esa intervención, Abrams definió la situación como "un dilema central para la política de Estados Unidos" y reconoció indirectamente la debilidad de la oposición al mencionar que ésta se había visto sorprendida por el nivel alcanzado por las protestas.

Desde ese momento, medios políticos panameños han apreciado una actitud muy prudente por parte de Estados Unidos, destinada básicamente a conseguir una solución sin traumas. Estas fuentes interpretan corno un ejemplo de esta posición un mensaje disuasorio filtrado por la Embajada norteamericana a la oposición en vísperas de la manifestación del pasado viernes en el que se advertía que existía un alto riesgo de violencia.

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La espoleta callejera

El pasado 25 de junio el Senado norte americano aprobó una resolución en la que criticaba la situación de Panamá y pedía la dimisión del hombre fuerte del país, el general Manuel Antonio Noriega. Fuentes diplomáticas creen, sin embargo, que el Gobierno de Estados Unidos no está presionando de forma contundente y urgente por este mismo objetivo.Mientras tanto, la espoleta de las manifestaciones callejeras sigue conectada. La oposición había convocado para anoche una cadena humana ocupando las aceras del centro de la ciudad y ha anunciado para mañan una segunda marcha blanca, que pretende ser una repetición de la que el pasado viernes provocó enfrentamntos durante varias horas ntre manifestantes y policías y que causó numerosos heridos y detenidos.

El Consejo General de Estado -Gobierno y Fuerzas de Defensa- reiteró, sin embargo, el pasado lunes, la prohibición de concentraciones públicas, con lo que se siguen obstruyendo los deseos de altos oficiales de las fuerzas armadas y de dirigentes del Partido Revolucionario Democrático de celebrar luna manifestación de apoyo al Gobierno y a Noriega. El general salió de la reunión del Consejo agitando con arrogancia un pañuelo blanco, el símbolo de las protestas opositoras.

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