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'Perestroika' en la fábrica

Pilar Bonet

El Combinado de Construcción de Maquinaria Frunze, en la ciudad ucraniana de Sumi, es considerado un modelo en la URSS. Ha sido una de las dos empresas protagonistas del experimento de autofinanciación económica que ha servido de base a la nueva ley sobre empresas estatales (en vigor a partir del próximo enero) y ha ganado muchos millones de rublos. Pese a los beneficios, los obreros del experimento de Sumi tienen que esperar hasta 10 años alojados en residencias para recibir un piso en condiciones, ya que tener los medios en la URSS no significa tener las posibilidades para construir rápidamente el alojamiento necesario.

Vladimir Moskalenko, de 53 años, es el hombre fuerte del Combinado, cuya plantilla supera las 20.000 personas. Está aquí desde el año 1958, cuando concluyó la carrera de economista, y aquí ha preparado y presentado su tesis doctoral y ganado su cátedra universitaria.Moskalenko es uno de los raros ejemplos soviéticos de dirigente industrial y economista a la vez. Sólo el 1% de los directores de empresas de la URSS tiene formación económica. La tradición de la economía autoritaria hizo ascender a una generación" de directores que "prefería dar órdenes a aburrirse haciendo cuentas". Hoy los planteamientos modernizadores de la perestroika quieren abolir el fenómeno, pero un largo camino queda aún por recorrer.

El Combinado Frunze, cuyo embrión lejano fue una sociedad anónima de capital belga allá a finales del siglo pasado, es hoy una de las empresas más importantes, de la URSS y una unidad de vanguardia en su campo. Produce bombas para, gasoductos y para circuitos de refrigeración de centrales nucleares, compresores y diversos tipos de centrifugadoras.

Junto con la fábrica Avtovaz, de Togliatti, en el Volga, que produce los coches Zhiguli, protagonizó en 1985 y 1986 un experimento de autofinanciación que dejaba el 70%, de las ganancias en la empresa y remitía el 30% restante al Estado. Hasta ahora las empresas soviéticas entregan al Estado todos sus beneficios anuales y vuelven para pedirle dinero para el próximo ejercicio. El ministerio implicado tiene la facultad de dar o no dar unos fondos no necesariamente acordes con el éxito de esta empresa.

Disminuye el beneficio

A partir de este año, varias ramas industriales han abandonado este método administrativo para operar en las misivas condiciones que el Combinado Frunze. El año próximo lo hará toda la industria soviética. Para la empresa de Sumi, el paso de las condiciones experimentales individualizadas a unas condiciones comunes de rama ha supuesto una disminución del porcentaje de beneficio a retener. Ya no es el 70% de los dos años experimentales, sino el 50%. Dado que el beneficio aumentó un 15% en lo que va de año y la contribución al Estado un 80%, el paso de unas condiciones a otras ha supuesto una reducción de ingresos, según confirma Moskalenko. De todas maneras, en lo que va de 1987 al Combinado le han quedado limpios 43 millones de rublos.Con la nueva ley, las empresas dedicarán una parte de su producción a satisfacer los encargos del Estado (plan) y otra a comerciar entre sí. La proporción de encargo del Estado variará según la importancia estratégica del sector.

Dada su vinculación con el sector energético, a Sumi le corresponde una proporción de planificación no inferior al 70%. La salida al mercado exterior en divisa fuerte se verá lastrada por las demandas de mercado interno no saturado e irrechazable.

Los dirigentes de Sumi elogian los servicios sociales de guardería y casa de reposo ofrecidos por la empresa, pero reconocen que la vivienda sigue siendo un grave problema, ya que ni la empresa ni los servicios de construcción municipales de la ciudad (Sumi tiene unos 270.000 habitantes) tienen capacidad para producir todas las viviendas necesarias por "falta de potencial humano y materiales".

Ocho mil personas, obreros del Combinado y sus familiares, viven en 3.000 alojamientos tipo residencia; es decir, superficies de una o dos habitaciones con pasillo común cuya media es de 26 metros cuadrados (sin incluir servicios), según nos dice el jefe del partido de la fábrica, Ivan Sabila.

Hay familias de dos o tres personas que viven en alojamientos de 18 a 19 metros cuadrados, nos dice. Claro que para los ingenieros altamente cualificados y para los especialistas solicitados hay un 15% de los pisos construidos por la fábrica, accesibles de forma inmediata. Los otros empleados menos cualificados cambian el alojamiento de una habitación al de dos habitaciones al cabo de dos años de trabajo y esperan entre 7 y 10 años para conseguir un piso de hasta cuatro habitaciones.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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