La Administración española estuvo dividida en el tema del contrato con Marruecos
La avioneta privada le fue a Abdul Rahman el Assir de gran utilidad durante los largos meses de gestación del macropaquete marroquí. Abdul llegó a volar algunos días dos veces entre Madrid y Rabat. Las dificultades eran muchas, pero la recompensa sabrosa: 326 millones de dólares en material militar y de transporte de las empresas Enasa, Inisel, Enosa, Land Rover Santana y patrulleras de la Bazán.En Comercio, en la Secretaría de Estado de Comercio, ocupada entonces por Luis Velasco, y en la Dirección General de Política Comercial, ocupada por su subordinado Apolonio Ruiz Ligero, la oposición era casi frontal a ese contrato con Marruecos. Pensaban que era un poco inmoral dedicar el grueso de los 430 millones de dólares concedidos como línea de crédito por España a Rabat, tras el acuerdo pesquero de agosto de 1983, en un tema de este tipo. Esa línea estaba en principio destinada a apoyar el desarrollo económico y civil de Marruecos. Ademas, creían que, tras el fiasco del contrato del siglo con Egipto, patrocinado en 1982 por Adnan Kashogui, en el que a España le han quedado colgados 925 millones de dólares, unos 117.000 millones de pesetas, este negocio marroquí podía ser una nueva versión de lo mismo.
Los amigos de Abdul Rahman comenzaron a mover los hilos de sus influencias en los centros decisorios. Las presiones sobre Comercio se multiplicaron: Asuntos Exteriores; Focoex; el INI, cuyo director comercial, Germán Calvillo, buen amigo de Carlos Solchaga, jugó un papel básico en la preparación del paquete; Enasa, con Federico Sotomayor al frente, ansioso por quitarse de encima los camiones atascados del caso Egipto. Calvillo, actual presidente de Focoex, señala: "Desconozco el papel de El Assir- en esta operación, porque eran las empresas las que hablaban con él". Marruecos amenazó con un tajante esto o nada, que ponía en peligro otros contratos de empresas españolas -especialmente constructoras- en el reino alauí. Se insinuaron también discretas presiones de la embajada norteamericana en Madrid. Finalmente, Comercio arrojó la toalla y Carlos Solchaga pudo estampar su visto bueno.
Material militar
Comercio se salió con la suya en un punto. No habría ni una peseta de crédito FAD para apoyar la parte del paquete referida exclusivamente a material militar puro. La Administración decidió entonces borrar del contrato ese material militar. La Empresa Nacional Santa Bárbara pagó así los platos rotos. Y como Abdul. Rahman quería servir a sus clientes marroquíes como se merecen, esa parte militar, básicamente ametralladoras, las ha suministrado China, aunque con financiación de una sociedad trading perteneciente a un banco privado español. Los viajes al Lejano Oriente efectuados por Rabí El Assir, hermano de Abdul Bahman, para completar la operación, se han visto así acompañados por el éxito.Los embarques de material hace meses que se están efectuando -hace dos semanas salió el último- desde el puerto de Málaga, en barcos de la naviera Líneas Marítimas Españolas, con sede en Madrid, y con Areshipping, una sociedad del Banco Árabe Español, como broker. De hecho, el grueso de los envíos está ya a estas alturas en tierra marroquí.
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