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Aire pompeyano en el Festival de Danza de Montpellier

La norteamericana Trisha Brown se despidió de Montpellier con ella misma en escena, bailando un solo que fue una arte poética de su estética. Después se dio Caprice, por el grupo de danzas barrocas Ris et Danceries. Caprice es la difuminación de la línea divisoria entre reconstrucción e invención. Este grupo es a la danza antigua lo que Palladio a los arquitectos atenienses: un trabajo que usa de la técnica y la codificación barroca (la primera que se hizo de la danza culta occidental) para conseguir un elevado producto contemporaneo. La atmósfera del patio semicircular de las Ursulinas fue un marco ideal para las escenas de aire pompeyano, pero vistas por un dibujante del Renacimiento tardío.

También se ha producido ya uno de los estrenos que más expectación había levantado entre público y crítica: la trilogía Trahisons, del norteamericano afincado desde hace más de 12 años en Francia Mark Tompkins. Men, la primera parte de la obra (en total dura tres horas y media), ya fue vista en la muestra de Valladolid de hace dos años; Women, la segunda, ha pasado por varias escenas francesas, y Humen, la tercera, era estreno absoluto en el Teatro de la ópera de Montpellier. La trilogía es una investigación hecha a profundidad, con aciertos escénicos evidentes, aunque Tompkins se revela más como un hábil organizador de espacios virtuales que como un coreógrafo convencional.La primera parte sigue siendo sin duda la mejor, con una acción sentidamente dramática y personal, resuelta en una danza para seis hombres (Women es para seis mujeres y Humen para tres hombres y tres mujeres); en Women hay una desnuda misoginia, muy agresiva, donde destaca la gestualidad original de Isnel da Silveira, una brasileña que poco a poco conquista la escena de la nueva danza francesa. Tompkins, obsesionado por la dinámica del movimiento ordinario, retoma el hallazgo de Edward Mullbridge en 1870, una exploración de los movimientos humanos mediante fotos continuas, que Tompkins llega a descomponer en una jerarquización de sus ejercicios surgidos de la improvisación de taller, jerarquizándolos hasta lo coreográfico, dejando llena la trama de una sensualidad filosa, un juego de riesgo y muerte mediante el despliegue atlético y la catarsis.

Movimiento corporal

A la vista de los estrenos, la visión es reflexivamente prometedora. El movimiento corporal está hoy día saturado de información, y al mismo tiempo ha quedado claro que se ha pasado definitivamente de la tensión marginal al código novedoso, de la humillación anatómica al goce de las formas controladas. Aún quedan escépticos que desconfían de las transgresiones que abocan los nuevos lenguajes, pero en los productos recientes de la nueva danza francesa (Dominique Baouguet, Karine Saporta, Gallota) se palpa la maduración y un sentido de serenidad al abordar la creación dancística.Moptpellier ya tiene su festival off consolidado con dos espacios básicos: el rockstore Odéon y el claustro Ferdinand Fabre, donde hay una interesante programación alternativa. Se han visto, entre otros, a Iete Resal y su imponente escenografía posmoderna para arropar dos dúos, y a Muriel Bader con su nuevo espectáculo para cuatro bailarinas, donde aparece de nuevo la española Patricia Díaz.

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