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Una ayuda para sus vecinos

Lo que es una tormenta financiera para Brasil resultó beneficioso para sus vecinos, que hallaron de repente un flujo de divisas donde antes se les negaban recursos. Cuando el presidente brasileño, José Sarney, asustó al mundo financiero -el 19 de febrero pasado- con la moratoria en el pago de intereses sobre una deuda externa de 108.000 millones de dólares (unos 13,5 billones de pesetas), los otros grandes deudores de América Latina -México, Argentina, Venezuela y Chile- estaban llamando en vano a las puertas de los bancos internacionales solicitando más ayuda para refinanciar sus propias obligaciones externas.Pocos días después de la moratoria brasileña, Venezuela y Chile concluyeron negociaciones para refinanciar sus propias deudas en condiciones más favorables que antes; México recibió seguridades sobre la superación de demoras en la aprobación de su propio plan de refinanciación, y Argentina recibió un préstamo puente que fortaleció sustancialmente su posición en negociaciones con bancos privados internacionales. No hay duda de que el deseo de los bancos de evitar una cadena de moras en la región fue la clave de las negociaciones.

Agente catalizador

Un banquero internacional calificó en Buenos Aires la moratoria de Brasil como "un agente catalizador" en las negociaciones de los restantes países. "En todo caso, Chile y Venezuela estaban muy cerca, de firmar". Afirmó que el préstamo puente que recibió Argentina el 26 de febrero de 1987 de un consorcio de 11 países "fue una señal a Brasil en el sentido de que Argentina recibió dinero y Brasil no".

El préstamo puente dio más espacio a Argentina para renegociar su propio paquete de préstamos de 2.150 millones de dólares con los bancos comerciales acreedores.

Finalmente, Argentina ha llegado a un acuerdo con la banca extranjera para renegociar un paquete de 30.000 millones de dólares (la totalidad de su deuda externa asciende a unos 53.000 millones de dólares -más de 6,5 billones de pesetas-, aproximadamente la mitad que la brasileña). Esta nueva situación contemplauna refinanciación a 19 años de plazo con siete de gracia, más un préstamo de 1.900 millones de dólares a 12 años con cinco de carencia y una sobretasa de interés igual a la que paga Venezuela: el 0,875%.

La sobretasa de interés sobre el pago de los 30.000 millones de dólares de deuda renegociada será, como la que paga México del 0,8125%.

Es de destacar aquí el avance que supone para Argentina pasar del oneroso prime rate (tipo preferencial estadounidense), al libor (tipo de interés interbancario ein el mercado de Londres), lo que permitirá un considerable ahorro de divisas. Igualmente, realzamos la atención argentina de que cada dólar de su deuda externa que sea convertido a moneda local -el austral, que sustituyó al peso- para invertir en el país vaya acompañado por un dólar de inversión nueva.

Los términos de renegociación obtenidos por Buenos Aires son considerablemente más favorables que los logrados en la renegociación de 1985, y superan a los obtenidos por México.

Sin embargo, tantos países iberoamericanos tienen la misma crisis de pagos simultáneamente con los bancos acreedores, que éstos actúan bajo una inmensa presión para concluir acuerdos con sus mejores clientes, con la esperanza de que los países más atrasados en sus pagos lleguen eventualmente a un acuerdo.

El ejemplo más claro es el de Chile. Poco antes de la moratoria de Brasil, Chile tenía dificultades en refinanciar su deuda externa de 20.000 millones de dólares (unos 2,5 billones de pesetas). En vez de dinero nuevo, Chile pidió que los intereses se pagaran una vez al año, en lugar de dos. Ese procedimiento resultará un ahorro para Chile de 447 millones de dólares. Aunque Chile nunca suspendió un pago de su deuda externa, el Citibank de Nueva York, clave en las negociaciones, se opuso al cambio en la computación de intereses. Sin embargo, inmediatamente después de la moratoria de Brasil, el Citibank cambió de idea y aceptó la posición chilena. Además, el sobrecargo que se paga sobre la tasa de interés fue reducido para Chile del 1,125% al 1%.

"Si Chile hubiera empezado las negociaciones más tarde, habría conseguido mejores condiciones todavía", aseguró Joseph Ramos, economista de la Comisión Económica para América Latina. "La presión de la moratoria brasileña no hace más que ayudar a los otros deudores de la región", aseguró.

Trilogía de países

Entendemos que se avecinan grandes acontecimientos en cuanto a la trilogía de la deuda iberoamericana que forman México, primer deudor de la zona; Brasil, segundo, y Argentina, tercero. Estos tres países, que concentran una deuda de aproximadamente 275.000 millones de dólares, o sea, casi el 70% del total de la deuda latinoamericana, están dando giros hacia una suspensión de pagos en su totalidad, sin que por ello conecten directamente con la fórmula radical enarbolada por el líder cubano Fidel Castro. Si bien puede darse la coincidencia en el fin, hay una gran distancia en los medios.

Éste es nuestro parecer, ya que es impensable que en la actual situación económica mundial y sus perspectivas para los próximos años pueda obtener la región iberoamericana las suficientes divisas -mediante su propio crecimiento económico- que generen el excedente para acometer el pago de la deuda.

Dígase lo que se diga, el callejón hasta ahora transitado no nos marca las salidas, y para nada vale que este tormentoso camino se dilate -como consecuencia de negociar nuevos créditos- para pagar viejos intereses ya vencidos.

Con estos materiales, únicamente se persigue afianzar el eslabón de cara exclusivamente a respetar las reglas crediticias norteamericanas, ya que éstas dicen que, si transcurren tres meses sin que el deudor realice un pago, éste pasa a ser considerado como insolvente.

Estamos seguros de que esta moratoria blanca de 90 días será imposible de cumplir a menos que le logren nuevos créditos, pero, ¿por qué nuevos créditos? ¿Para seguir salvando la cuenta de resultados de la banca norteamericana o para lograr un crecimiento económico estable de Brasil?

El problema de la deuda en la región que nos ocupa es algo así como si nos agarrásemos al viento con las uñas, y por ello puede que haya no una solución, sino varias, si bien es indudable que una soluc¡ón del problema de la deuda pasa necesariamente por el hecho de lograr romper el consenso actual del sistema financiero internacional, esto es, del orden establecido. De ahí que se sucedan las llamadas en aras a instituciona¡izar nuevos modelos de relaciones internacionales que instauren un nuevo orden económico internacional.

Celso Furtado, el gran economista y pensador brásileño, ha afirmado que este episodio que representa el gran endeudamiento del siglo XX, constituye uno de los hechos más asombrosos e irresponsables de nuestro tiempo: ¿cómo pudo aceptarse por deudores y acreedores la generación de endeudamiento que fue concebida como si se tratara de resolver un problema de liquidez de los países deudores, cuando de lo que se trataba realmente era de financiar ajustes productivos de gran envergadura y considerable dimensión temporal?

Ramón Casilda Béjar es economista.

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