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Adiós a Alexis Kohler, el ‘Richelieu’ de Macron

El secretario general del Elíseo durante ocho años y la persona en la sombra más importante para el presidente de Francia se marcha a la banca privada

Alexis Kohler
Daniel Verdú

Francia decapitó a sus reyes, pero vivió el resto de su vida añorándolos y construyendo estructuras para un simulacro de monarquía laica. Especialmente en el funcionamiento del poder y trasladando la figura de un presidente omnipotente a la V República, que inauguró el general Charles de Gaulle. Desde entonces, cada jefe del Estado ha tenido a una suerte de Richelieu, un asesor áulico y discreto que susurraba al Rey y organizaba con mano de hierro los asuntos del palacio en los claroscuros del poder. Pocos, sin embargo, como el secretario del Elíseo, Alexis Kohler (Estrasburgo, 52 años), mano derecha de Emmanuel Macron, apodado el vicepresidente por el peso y jerarquía de su trabajo en un país en el que no existe un vicepresidente real. Después de ocho años, Kohler abandona a su jefe y se marcha a la banca privada, un movimiento que, sumado a otras importantes renuncias, invita inexorablemente a pensar en el fin de una era.

Kohler, hombre de extrema discreción formado en la prestigiosa Escuela Nacional de Administración (ENA), incansable arquitecto del macronismo, se prepara para dejar la presidencia de la República a mediados de abril. Se marcha al banco Société Générale, sin que haya, en principio, ningún conflicto de intereses. Este enarca ha acompañado la carrera política de Macron desde hace más de 10 años, cuando se convirtió en jefe de gabinete del que entonces era ministro de Economía (2014-2016) y fue el principal apoyo para elaborar el programa y la estrategia para llegar al Elíseo en 2017. Su longevidad como secretario general del Elíseo (2017-2025), inédita desde el siglo pasado, lo sitúa automáticamente en el grupo de cabeza de esta prestigiosa lista.

Kohler supera en la clasificación al chiraquiano Dominique de Villepin (1995-2002), aunque no al mitterrandiano Jean-Louis Bianco (1982-1991). “Todo está en el programa”, solía decir este alto funcionario, que conoció a Macron hace dos décadas. Una idea de gobierno recta y cartesiana, sin alharacas ni superficialidades. “No soy un gran fan de las discusiones sobre las cocinas [del poder]. Lo más importante es la comida que se sirve en los platos”, dice Kohler. “No estamos aquí para felicitarnos ni para mirarnos el ombligo sobre la manera como actuamos”, dijo a EL PAÍS hace algunos años.

Hacía meses que se hablaba de su salida, especialmente desde el fiasco en la disolución de la Asamblea Nacional el pasado junio, a la que Kohler, tradicionalmente prudente, no se opuso, y que significó la pérdida de un centenar de diputados del macronismo y de la presidencia del Consejo de Ministros. Su marcha, largamente retrasada por el vínculo personal y el severo sentido del deber de Kohler, llega en un momento en el que Macron ha logrado enderezar ligeramente el rumbo que le llevaba contra las rocas desde el pasado junio.

“Durante más de 10 años a mi lado, primero como director de mi gabinete y luego como secretario general del Elíseo, Alexis Kohler ha puesto toda su energía, su talento y su excepcional capacidad de trabajo al servicio de nuestro proyecto político y de los franceses. Ha servido a nuestro país de manera ejemplar todos estos años. Sé cuánto le debe nuestra acción colectiva y sé que seguirá comprometido con la nación bajo otras formas”, elogió Macron en declaraciones a Le Figaro, al despedirse de su colaborador.

Kohler, según el mismo rotativo, se despidió en la reunión semanal interna del Elíseo (la reunión de gabinete) y apuntó a cierta estabilidad recuperada para hacerlo. “No hay un momento ideal para irse, pero para mí era absolutamente impensable partir en un momento demasiado turbulento. Hoy tenemos un presupuesto, un gobierno, una hoja de ruta que llevamos adelante”, declaró con pudor, sin poder ocultar su emoción. “No voy a enumerar aquí nuestro balance, tranquilizaos. Solo quiero reafirmar mi orgullo por nuestras respuestas a las crisis, nuestras reformas económicas y sociales postergadas durante demasiado tiempo y consideradas a veces imposibles, nuestras decisiones sin precedentes para reforzar nuestra defensa y nuestra seguridad interior, nuestras inversiones históricas en los servicios públicos, nuestra nueva forma de desplegar la acción pública y nuestras luchas por una Europa más fuerte y unida”, enumeró.

El segundo cerebro de Macron, como también se le apodaba, estuvo implicado en varias investigaciones judiciales. Kohler fue imputado en octubre de 2022 conflicto de intereses. Se le acusa de haber “participado” en decisiones relacionadas con el armador MSC como alto funcionario entre 2009 y 2016. Su madre es prima de Rafaela Aponte, esposa del fundador del grupo, Gianluigi Aponte. También fue miembro del consejo de administración de STX France (convertido en Chantiers de l’Atlantique) y del Gran Puerto Marítimo de Le Havre entre 2009 y 2012, ambos vinculados a MSC, según explicaba Libération. Según los magistrados, Kohler continuó “emitiendo opiniones o dando directrices estratégicas” sobre casos “que implicaban al grupo MSC” mientras formaba parte de los gabinetes de Pierre Moscovici y luego de Emmanuel Macron en Bercy de 2012 a 2016. El 26 de noviembre de 2024, su imputación fue confirmada por la corte de apelación de París.

El nuevo Richelieu de Macron será Emmanuel Moulin, también enarca y exdirector del Tesoro y exdirector de los gabinetes de Bruno Le Maire en Bercy (2017-2020) y de Gabriel Attal en Matignon (2024). Ambos tienen una relación cercana. Moulin está acostumbrado a la gestión de crisis. En primera línea en Bercy durante la crisis financiera de 2008, en el corazón de la crisis del euro junto al presidente Nicolas Sarkozy en 2009, y nuevamente en Bercy en 2019 durante la pandemia de covid-19. Pero su perfil no tiene nada que ver y su llegada, a dos años del final del mandato de Macron, si ningún accidente político lo acelera, desprende un aire a fin de fiesta.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes
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