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Pepe Luis Vargas: "La peor cornada es estar parado"

El torero, convaleciente, espera la llamada de los empresarios

Pepe Luis Vargas aún no está del todo repuesto del cornadón que sufrió en la pasada feria de abril y le come la impaciencia por reaparecer. Estar parado es la cornada que más le duele. Tiene armada la muleta torera y da pases por los pasillos de su piso de Sevilla. Sentado en una butaca, porque la pierna herida se le cansa, también los da. "Es que ésta es mi vida" dice, "y no quiero ser otra cosa que torero. Luego, en mi vida, ser figura del toreo es mi ambición".

Y mientras espera que le llamen los empresarios, por las mañanas va a la clínica para rehabilitar la pierna -los médicos disen que tengo er mújculo hecho porvo-, por las tardes pasea, des cansa, da pases. Está convencido de que la pierna se le pondrá bien en seguida. No le preocupa. Le preocupa la inactividad. Comenta: "Mis peores recuerdos son los parones. Esas son las peores cornadas. Las cogidas -incluso lo de Sevilla, con haber sido tan grave- no dejan secuelas; lo que te queda es una sensación de plenitud: al fin y al cabo la cogida es reafirmación de la torería. El toro te coje por que te pones en el sitio donde se ganan las orejas y cuando lo re cuerdas, sientes el orgullo de haber sido capaz de eso. La,s e¡ catrices de las cogidas son con decoraciones".Ningún empresario le ha llamado, aunque lo atribuye a. que deben de creer que aún no está en condiciones de ponerse delante del toro. "Ahora mismo", reconoce, "no podría torear, pues aún voy cojo, pero para agosto estaré en forma. Mi ilusión es torear en la feria de San Miguel, en la madrileña de otoño. Me lo tengo merecido y además sé que voy a triunfar. Mi vocación es mi fuerza".

Pide contratos Pepe Luis Vargas, pero pide también que le pongan con toros que embistan. Y protesta del sello de legionario que le atribuyen: "Yo no soy torero para las corridas desesperadas, ni fisicarnente, ni psíquicamente, ni por mi estilo, que es el toreo de sentimiento Cuando he triunfado en las corridas duras ha sido porque me salió un toro boyante. El Murteira al que corté las orejas en Bilbao en 1984 fue un toro noble y por eso pude hacerle el toreo bueno; si hubiera sido un pregonao, desde luego que no se lo hago. Pero a lo que voy: no es justo que después de aquel triunfo, en la feria bilbaína del año siguiente me pusieran con la de Pablo Romero, y si quieres lo tomas o si no lo dejas".

Recuerda Vargas otros triunfos en diversas plazas, con el mismo resultado: Sevilla, 1981; Barcelona, ese mismo año: "Armé un lío muy gordo"; Pamplona, con los toracos de Aguirre: "Armé un lío muy gordo"; Las Ventas, uno de Ortigao: "Armé un lío muy gordo".

¿Y por qué ese trato discriminatorio después de armar líos tan gordos? "Pues la verdad es que no me lo explico". Y el torero, relata su caso con tonos de perplejidad: "Debuté en un festival en Écija -mi pueblo- con sólo 14 años" [actualmente tiene 27] "y de ahí en adelante todo resultó muy bonito. Encabecé el escalafón de novilleros. Nunca olvidaré mi faena en Sevilla al novillo Pies de galgo, que brindé a Pepe Luis Vázquez. Dicen que ese día la gente salió de la Maestranza toreando, de gusto que le dio mi estilo, y Manolo González comentó: 'Yo creía que toreros de este corte ya no quedaban". Pepín Martín Vázquez, desde entonces, es partidario".

La evocación devuelve a Vargas otras sensaciones: "Estos maestros eran ídolos para mí, y ya se puede figurar cómo me emocionó que estuvieran viéndome en la Maestranza. En fin, todo iba superió. Pero se acabó en cuanto tomé la alternativa -año 1979-, y no me pregunte por qué pues nunca me lo he sabido explicar. Prácticamente estuve parado toda aquella temporada. Esa sí fue cornada profunda". Y así -más comadas en la moralhasta el gravísimo percance de Sevilla, donde salió a jugárselo todo a una carta, y se fue a recibir al torazo a porta gayola, -a la puerta de la cueva-por donde apareció una furia que tiró con hiel y puntería su guadaña a la femoral.

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