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A UNA SEMANA DEL ATENTADO EN HIPERCOR

González asiste al funeral por las víctimas de ETA, que congregó a 8.000 personas

Unas 8.000 personas, según la Guardia Urbana, asistieron al funeral celebrado ayer en el exterior de la catedral de Barcelona en memoria de los 18 muertos en el atentado de ETA en Hipercor, hace hoy una semana. El presidente del Gobierno, Felipe González, que asistió a la ceremonia, solicitó la colaboración de "todos para acabar con el terrorismo" al abandonar la capital catalana. También asistió, además de las autoridades de Cataluña, el lehendakari, José Antonio Ardanza.

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Felipe González llegó a Barcelona en un avión de la Fuerza Aérea poco antes de las siete de la tarde y abandonó la ciudad al término de la ceremonia religiosa. Le acompañaba su esposa, Carmen Romero, y el ministro de Defensa, Narcís Serra, que fue alcalde de Barcelona de 1979 a 1982, y el nuncio del Vaticano, Mario Tagliaferri. González fue recibido con aplausos al Regar al lugar del funeral y al abandonarlo, cuando, junto con su esposa, dio el pésame personalmente a los parientes de las víctimas. Lo mismo hicieron el presidente e la Generalitat, Jordi Pujol, y su esposa, Marta Ferrusola. Ardanza, que también expresó su pésame a los familiares, se solidarizó con su dolor de forma especial, porque llevamos mucho tiempo sufriendo este problema en el País Vasco".La misa se celebró en el exterior de la catedral, en previsión de que la asistencia superaría la capacidad del templo, que puede acoger a unas 3.000 personas. La ceremonia fue concelebrada por el cardenal arzobispo de Barcelona, Narcís Jubany; el, nuncio del Vaticano en España, Mario Tagliaferri; el obispo auxiliar de la diócesis, Ramón Daumal, y 25 sacerdotes más.

A la izquierda del altar se situaron las autoridades civiles y militares: Felipe González; Jordi Pujol; Narcís Serra; José Antonio Ardanza; el delegado del Gobierno, Francesc Martí Jusmet; alcalde de Barcelona, Pasqual Maragall; capitán general, Baldomero Hernández, y el Gobierno catalán en pleno. También asistieron el dirigente de Euskadiko Ezquerra, Kepa Aulestia; presidente de Alianza Popular, Antonio Hernández Mancha, y el secretario de organización del PSOE, José María Benegas, entre otros.

Los familiares de las víctimas ocupaban unas sillas situadas al otro lado del altar. Escenas de dolor y de emoción se prodigaron entre los allegados de los muertos y heridos en el atentado terrorista, tanto cuando el arzobispo Jubany les trasmitió personalmente su pésame como cuando lo hicieron Carmen Romero y Felipe González, al término de la ceremonia. Álvaro Cabrerizo Urrea, quien perdió en el atentado a su esposa y sus dos hijas, solicitó al presidente del Gobierno "medidas para eliminar a las alimañas" y le pidió el restablecimiento de la pena de muerte.

El cardenal Jubany, en su homilía, calificó el atentado de "impúdico y criminal manifestación de terrorismo". Pidió a los asistentes que rogaran también por los terroristas, además de por las víctimas y sus familiares. "Y por quienes", agregó, "son aún más repulsivos que los terroristas: los que mueven los hilos de esta diabólica y absurda lucha desde la oscura impunidad de su pretendida razón".

Tres de los heridos en el atentado siguen en estado muy grave. Uno de ellos fue operado ayer, para injertarle piel, según declaró el doctor Bañuelos, jefe de la unidad de quemados de la residencia del Valle de Hebrón. Otros ocho heridos continúan en estado grave.

El presidente del Congreso de los Diputados, Félix Pons, pronunció ayer mismo una declaración institucional de condena del atentado ante el pleno de la Cámara.

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