'Irangate', segundo acto
Oliver-North, protagonista de la nueva fase del escándalo
El drama político del Irangate, televisado en directo y que recuerda a una comedia de enredo, inició ayer su segundo acto al reanudarse las audiencias públicas en el Congreso. Ahora profundizará en la venta secreta de armas norteamericanas a Irán y tendrá como protagonistas al teniente coronel Oliver North y al ex consejero de Seguridad Nacional John Poindexter. A finales de julio se prevé que concluirán las audiencias y en septiembre se darán a conocer las conclusiones del mayor desastre en política exterior de la presidencia de Ronald Reagan.
Seis semanas de audiencias, 110 horas de testimonios y 18 testigos no han sido capaces de responder hasta ahora a la única pregunta que importa: ¿qué sabía Reagan de la venta de armas a los ayatolás de Teherán y del desvío de fondos a los rebeldes nicaragüenses; lo autorizó o no, y cuando lo supo?En esta segunda parte de la investigación será examinado un memorándum secreto, destinado teóricamente a Reagan a través de su entonces consejero de Seguridad Nacional, John Poindexter, en el que North explicaba con detalle cómo se desviaba dinero procedente de Irán a la contra.
El presidente, que está sufriendo una hemorragia de autoridad y de credibilidad (el 70% de los norteamericanos cree que miente), acaba de afirmar que "no hay una pistola humeante" que le vincule directamente al Irangate".
Ni los demócratas ni mucho menos los republicanos en el Congreso quieren otra presidencia destrozada, y no están decididos a procesar al jefe del Estado, para lo cual tampoco, por otra parte, han aparecido pruebas concluyentes. "Reagan se ha convertido en el pariente anciano simpático al que ya no hay que prestar atención. Ha acabado su carrera", afirma el senador demócrata Jim Sasser reflejando un sentir bastante generalizado sobre un presidente que aguarda su salvación histórica de la mano de Mijail Gorbachov, con la firma de un acuerdo, este otoño, de eliminación de euromisiles.
Oliver North, el Rambo superpatriota al que el presidente llamó "héroe nacional", principal ejecutor de la venta de armas a Jomeini y del desvío de fondos a la contra nicaragüense, lleva varias semanas intentando evitar el trago de su declaración ante el Congreso. Pero, finalmente, su abogado, al que ya debe un millón de dólares en minutas, ha llegado a un acuerdo de principio con los comités investigadores parlamentarios para que North preste declaración en público a principios de julio.
Tediosa historia
Este coronel de marines que, según uno de los testigos que ya han declarado, "trabajaba bajo la presunción, si no bajo órdenes directas, de que estaba haciendo lo que el presidente quería que se hiciera", es el único personaje capaz ya de interesar al público norteamericano en esta tediosa historia llena de detalles.
North pide a cambio de declarar que no sea interrogado más de 30 horas, hacerlo antes que Poindexter -el oscuro almirante del que muchos esperan que implique en el escándalo a Reagan, con quien despachaba todas las mañanasy que su declaración preliminar, a puerta cerrada, sea muy breve. También exige garantías de que no será vuelto a llamar a declarar, algo que los comités se niegan a conceder.
La primera fase de la investigación ha servido para descubrir que la política exterior de EEUU estaba en manos de unos fontaneros de segunda fila, que la subcontrataron a intermediarios internacionales, mercaderes privados de armas de dudosa reputación, e incluso a terceros países, como Arabia Saudí, en un montaje rocambolesco en el que se mezclaban la codicia, la mentira, la destrucción de documentos, la pasión por la acción y un patriotismo patológico.
Testificarán, entre otros, los secretarios de Estado y de Defensa, George Shultz y Caspar Weinberger; el ministro de Justicia, Edwin Meese, y el ex jefe del gabinete de la Casa Blanca, Donald Regan.
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