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"Amad sin reposo"

Andrés Fernández Rubio

Leyenda casi oriental. Un discípulo se dirige a Arthur Rubinstein: "Maestro, ¿cómo es posible que siendo usted cada vez más viejo sepa extraer de su piano sonidos cada vez más jóvenes?". "Muy sencillo, hijo mío. Siempre tuve dos grandes pasiones: el piano y las mujeres. Ahora que soy viejo no me queda más remedio que prescindir de las últimas y dedicarme sólo al primero".

El Caballero Audaz lo entrevistó en una de sus visitas a España: "Su lecho estaba cubierto y adornado con varios magníficos mantones de Manila, y sobre las mesas había una veintena de artísticas fotografías de mujeres bellas: en las dedicatorias apasionadas manifestábanse enamoradísimas de nuestro eminente visitado.

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-¡Caramba, Rubinstein! Esto es un harén de espíritus -murmuré".

El lema que El Caballero Audaz adjudica al pianista polaco es: "Amad sin reposo, amad hasta morir". Suena a romántico, tratándose además del mejor intérprete de Chopin que ha habido. De todas formas, en los tres tomos de sus memorias concreta mucho -Los años de mi juventud (1973), Mi joven vejez y La vida es grande (1980)-: aparecen nombres propios y proclama su insaciabilidad. Cuenta, por ejemplo, cómo pagó a unas jóvenes para que intentasen sacar a Stravinsky de una impotencia temporal.

Música de este siglo

Su intensa peripecia vital lo abarcó casi todo. Nació en Lódz (Polonia), y su primer recital en Varsovia, cuando tenía cinco años, marcó una carrera que sería fulgurante, como intérprete de los románticos y divulgador en los años veinte de la música de Stravinsky, Ravel, Debussy, Villa-Lobos o Falla.En la exposición sobre él que estuvo abierta en Madrid hasta el pasado miércoles con motivo del centenario de su nacimiento, y cuya clausura motivó la visita de Nela Rubinstein, se apreciaba, en las referencias artísticas de las fotografías, la extraordinaria creatividad de personajes que lo rodearon en su plenitud. También su pasión por España, donde actuó por primera vez en 1915, y donde pasó largas temporadas en su casa de Marbella. En sus biografías se cita a Nela Rubinstein como constante apoyo indirecto en la madurez interpretativa que alcanzó el artista.

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