Torero en negro y oro.
David Luguillano sorprendió al público de Madrid ya en el paseíllo vistiendo un precioso terno azabache y chaleco oro. Pero la torería no se quedaba en el traje y el novillero intentaba poner ritmos de color, cadencias artísticas, alma en la ejecución de las suertes. Luego, en el conjunto de las faenas, hubo torpezas errores, desaliños... Bueno, es un novillero, que empieza. Ya aprenderá. Lo que vale, ahora, es la vocación.
Babelia
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