Henry Kissinger: "La oferta de Gorbachov debilita la relación entre Europa occidental y EE UU"
El ex secretario de Estado norteamericano desearía que los sandinistas fueran amigos de Washington
Henry Kissinger, el hombre que inventó la diplomacia volante desde sus puestos de consejero de Seguridad y secretario de Estado en las administraciones de Richard Nixon y Gerald Ford, a fines de los sesenta y principios de los setenta, continúa emanando su poderosa influencia con el millonario asesoramiento político a compañías y bancos internacionales a través de la firma consultora que él creó hace un año y medio (Kissinger Associates) en compañía de Lawrence Eagleburger, subsecretario de Estado durante el primer mandato del presidente Ronald Reagan.Pregunta. ¿Cree usted que la última propuesta del líder soviético, Mijail Gorbachov, sobre desarme tiene trampa?
Respuesta. No. No es tramposa. La propuesta fundamental de Gorbachov ha sido aceptar lo que la OTAN le propuso [la opción cero, es decir, la eliminación de los euromisiles]. Así es que no se le puede acusar de tramposo. Yo creo que lo que la OTAN propuso fue imprudente. No es justo acusarle de ser astuto.Su última propuesta [la opción super cero, es decir, el desmantelamiento de las fuerzas nucleares intermedias y de los misiles de corto alcance en Europa] presenta un problema especial para Occidente. El problema es éste: al quedar establecido en la posguerra que la superioridad soviética en fuerzas convencionales tenía que ser compensada con un poderío nuclear occidental, la progresiva eliminación de las diversas categorías de sistemas nucleares resulta menos ventajosa para Occidente que para la URSS. Además, mientras que para Moscú el mantener armamento en su propio territorio no le crea un nuevo problema psicológico para utilizarlo, en el caso de Estados Unidos llevarse sus misiles de Europa es colocarlos a 6.000 kilómetros de distancia. En definitiva, yo preferiría ligar las limitaciones de fuerzas nucleares con las de fuerzas convencionales.
P. En una reciente entrevista a EL PAIS, el ex jefe de la delegación soviética en las negociaciones de desarme de Ginebra, Victor Karpov, declaró que condicionar el acuerdo sobre la eliminación de los euromisiles a la reducción de fuerzas convencionales es poner más obstáculos al actual proceso de negociaciones.
R. Déjeme precisar lo que ha sido propuesto. Nosotros [EE UU] dijimos: firmemos un acuerdo sobre la opción cero y retiremos dos terceras partes de los misiles en un período de tres años y medio. Si al término de ese período se llega a un acuerdo sobre desarme convencional, retiraríamos los restantes misiles. Tendríamos, pues, tres años y medio para negociar un acuerdo sobre armas convencionales. Por tanto, no estamos diciendo que haya que congelar las negociaciones hasta que no se logre un acuerdo sobre desarme convencional.
P. ¿Cree usted que la oferta de Gorbachov es peligrosa para Europa occidental?
R. Sí.
P. Pero ¿hasta el punto de provocar un cisma con EE UU?
R. No inmediatamente.
P. ¿Tal vez en el futuro?
R. Creo que [la oferta] debilita la relación entre Europa occidental y EE UU.
P. Y usted, que acaba de entrevistarse con el presidente del Gobierno español, Felipe González, ¿le ha visto satisfecho con esa oferta?
R. Creo que España adoptará la postura que acuerde la Alianza Atlántica. ¿No lo cree usted así? De todos modos, quiero decirle que si nosotros [EE UU] retiramos las fuerzas nucleares como resultado de un acuerdo con los rusos y las armas convencionales como consecuencia de un acuerdo con Europa, se podría llegar a una situación en la que los norteamericanos dijeran "Al diablo con Europa", y que al final la reducción militar norteamericana fuera mayor de lo que los propios europeos quieren.
P. ¿Cree que al final los Gobiernos europeos tendrán que aceptar esta oferta porque políticamente es difícil oponerse?
R. Sí.
P. ¿Qué expectativas tiene sobre las audiencias del Congreso sobre el Irangate?
R. El interrogante es saber si revelarán algo que todavía no se conozca. Si únicamente se repite lo que ya se ha publicado, creo que será embarazoso para el presidente Reagan, pero no habrá gran diferencia. En realidad, el público norteamericano está cansado del Irangate. Pero si se descubre algo nuevo, especialmente si encuentra que el presidente sabía más de lo que ha admitido respecto al desvío de dinero, entonces podría tener graves problemas.
P. ¿Cree que Reagan está muy dañado tras este escándalo?
R. No. Creo que el presidente ha perdido cierto prestigio, no tanto en lo que concierne al desvío de fondos para la contra como al hecho de haber actuado en favor del suministro de armas a Irán, algo que es completamente contrario a lo que él dijo que haría. Esto ha disgustado mucho a sus seguidores. Pero pienso que [Reagan] está en condiciones de conducir una política exterior creativa.
Negociar con Nicaragua
P. ¿Usted es partidario de que continúe el apoyo económico norteamericano a la contra?
R. Yo recomendé [en el informe elaborado por la comisión que él presidió] que había que buscar soluciones negociadoras. Dije que si los sandinistas ponían fin a su relación especial con Cuba, sacaban sus asesores de otros países de la región, terminaban con sus lazos económicos especiales con Cuba y la URSS y decidían llevar una política económica como los demás países centroamericanos, entonces EE UU tendría que ser capaz de coexistir con los sandinistas, incluso aunque no nos gusten. El problema es si los sandinistas aceptarán esa recomendación si no hay presión sobre ellos. En otras palabras, yo no estoy em peñado en que el Gobierno sandinista sea derrocado. Me gustaría que fuera amigo de EEUU y no un Estado similar a Cuba o la URSS.
P. Usted se ha entrevistado recientemente con Gorbachov. ¿Cree que es honesto en lo que dice y que llevará adelante su programa de reformas?
R. Creo que es sincero sobre las reformas económicas y que quiere desarrollar más la URSS. Para lograrlo tiene que afrontar fuertes obstáculos: el partido, el aparato dirigente, el misterio de Rusia, la naturaleza de un país que no es una nación, sino un imperio. En fin, muchos obstáculos. En lo que respecta a la política exterior, debo decirle que estoy un poco decepcionado. Y en parte es por culpa de Occidente. No les hemos hecho propuestas creativas, y eso hace que él continúe elaborando las suyas, cuya consecuencia práctica es mejorar la situación de la URSS y debilitar la cohesión de Occidente. No está contribuyendo a la estabilidad, aun cuando le doy el crédito de plantear una política extranjera muy habilidosa e imaginativa.
"Tendremos que hacer lo que España diga"
"Al final tendremos que hacer lo que España diga" declara Henry Kissinger al opinar sobre el futuro de la presencia militar norteamericana en el país. "He tenido ocasión de escuchar las opiniones elocuentes de varios de sus ministros" afirma. El ex colaborador de Richard Nixon no desespera de que España y EE UU concluyan un acuerdo de cooperación.P.¿Cómo ve el desarrollo de las negociaciones sobre las bases en España?
R. Francamente, hasta que no he venido aquí no lo entendía. Pensaba que era una negociación sobre dinero... No apreciaba la naturaleza del problema. Así es que ahora tengo que pensar. Confío en que las negociaciones concluyan en un espíritu de cooperación. No podemos mantener bases si los países no las quieren. Por tanto, al final tendremos que hacer lo que España diga. Por otra parte, confío en que España tratará de llegar a una solución. Ésta es la clase de negociación que sólo puede tener éxito si las dos partes están satisfechas. Es imposible tener bases en un país que no esté satisfecho.
P. Según fuentes diplomáticas españolas, cuando usted negoció en 1976 el convenio de cooperación con el entonces ministro español de Asuntos Exteriores, José María de Areilza, planteó la posibilidad de cerrar la base de Torrejón por estimar que su emplazamiento no era de vital importancia para EE UU. ¿Es cierto?
R. Francamente, no recuerdo todo lo que yo dije entonces. No creo que ésa sea la cuestión, mantener la base de Torrejón o trasladarla a otro lugar, a Zaragoza o Morán. El problema que se presenta es diferente si la cuestión no es simplemente cerrar una base, sino que no es posible trasladarla a otro punto. Entiendo muy bien que España quiera trasladar el emplazamiento de una base que se halla en la capital del país. Tengo un enorme interés en no encender los ánimos con todo lo que estoy diciendo, porque España, a través de su historia, ha demostrado ser un país orgulloso, y no se pueden mantener bases donde no son queridas. Así que confío que las negociaciones se lleven con una actitud constructiva por las dos partes. Y debo decir que he observado que la actitud del Gobierno español no es la de buscar victorias, sino una solución. Nadie ha dicho que sea fácil negociar con España, después de todo.
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