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Un balance más bien negativo y un futuro incierto

Uno de los objetivos de la 19º edición del Festival Internacional de Teatro de Sitges (rebautizado con el nombre de Sitges Teatre Internacional y que ha tenido lugar en dicha población del 24 de abril al 3 de mayo) era el de volver a su planteamiento inicial, mostrando preferentemente espectáculos del denominado teatro de vanguardia, nuevo teatro o de investigación, y actuando a la vez como plataforma de encuentro entre las vanguardias teatrales o parateatrales de España y el extranjero.Este cambio de orientación debía realizarse, según declaró Jordi Maluquer, director general de Teatro de la Generalitat, a este periódico, "con un cierto tacto, combinando ese nuevo teatro con otros espectáculos de calidad, más convencionales, con el fin de no asustar al público habitual y evitar así su abandono". La jornada inaugural fue, sin embargo, un claro exponente de lo que no debía hacerse. Se presentó un grupo inglés, Intimate Strangers, con un espectáculo muy minoritario, pero también muy interesante, el cual fue ofrecido en unas condiciones pésimas. Por la noche, un grupo italiano, el Teatro della Valdoca, representó un espectáculo grandilocuente y pretencioso, de baja calidad, que provocó los silbidos y risotadas del público. El Sitges Teatre Internacional había empezado francamente mal.

En las dos jornadas posteriores se ofrecieron espectáculos incomprensibles (como el de la francesa Compagnie du Hasard, un grupo que desconocía las reglas del teatro de calle y pretendía, en la tierra de Els Comediants, descubrirnos el Mediterráneo); de nuevo pretenciosos y pedantes (como el de los italianos de la Società Rafaello Sanzio, que dejaron prácticamente vacío el Teatro Prado), y, por último, el del Théâtre du Radeau, tal vez el de mayor calidad del festival, que se ofreció también en pésimas condiciones.

Vuelco esperanzador

El día 30 de abril, el festival dio un vuelco esperanzador con la presencia del Profesor Bustric, la bailarina senegalesa Isnel da Silveira y el grupo italiano Santagata Morganti, con un espectáculo "difícil" en torno a dos relatos de Peter Handke. El 1 de mayo hizo su aparición el grupo Zíngaro, de Nimes, con su "cabaré ecuestre y musical" y que habría de convertirse en la gran atracción del festival y, por, último, otro grupo italiano, F. I. A. T.-Teatro Settimo, que ofreció un espectáculo sobre Las afinidades electivas, de Goethe, el mejor del festival junto con el del Théâtre Radeau.Y eso es todo, a excepción de los espectáculos de danza y algún que otro grupo participante sin demasiada trascendencia. El balance resulta, en mi opinión, más bien negativo. Tal vez con la pésima infraestructura de Sitges, la premura de tiempo para preparar el cartel (ocasionada por el súbito cambio en la dirección del festival, ahora en manos de Toni Cots), y los 20 millones, que luego se convirtieron en 30, para financiar el festival, no se podía hacer otra cosa.

Tal vez. Pero podía haberse cancelado la actuación de Intimate Strangers o bien ofrecerla en otro local, más adecuado; podía haberse sustituido al Teatro della Valdoca por otro grupo más digno y comestible en la jornada inaugural; podía haberse programado un grupo que supiese lo que es el teatro de calle; podía haberse cuidado más el horario de los espectáculos, evitando retrasos hasta de una hora; podía, en fin, haberse previsto alguna que otra participación teatral española que no se limitase a la presencia de Esteve Grasset y sus ejercicios vocales.

En cuanto al futuro del festival, sigue incierto. Más teniendo en cuenta que su director piensa. pedir que en la próxima edición se le doble el presupuesto (de 30 a 60 millones) y, según declaró el señor Maluquer a este periódico, el presupuesto de Cultura de la Generalitat para el próximo año está más que congelado.

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