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EL JUICIO SOBRE EL SÍNDROME TÓXICO

Los careos acentúan las discrepancias entre acusados

Todas las contradicciones entre los procesados en el juicio de la colza que motivaron los careos se mantuvieron después de realizadas las confrontadones entre sus respectivos relatos de lo sucedido. Estos diálogos, lejos de aclarar las discrepancias, han contribuido a acentuarlas. Ayer se completaron los careos autorizados por el momento.

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Juan Miguel Bengoechea, de 47 años, el importador del aceite de colza, se enfrentó ayer por separado con el aceitero y comisionista catalán Jorge Pich, de 57 y con el delegado di Rapsa, la empresa de Bengoechea, en Madrid, José Luis Garrote, de 49. En la jornada del miércoles se había enfrentado a Ramón Ferrero, copropietario de Raelca.Bengoechea ha adoptado tonos distintos según quien fuera su interlocutor respondió con gritos a los gritos de Ferrero en la sesión anterior, con amabilidad a la deferencia de Pich y con displicencia a los desplantes castizos de José Luis Garrote.

Las contradicciones fundamentales entre Bengoechea y Pich se refieren a las ventas de aceite de Rapsa (Bengoechea) a Raelca (Ferrero), con sede en Alcorcón (Madrid), y a Aceites Salomó, de Reus (Tarragona). Bengoechea sostiene que su relación comercial con Raelca se inició por mediación de Pich y que éste cobró comisiones por las ventas, extremos que niega el aceitero barcelonés.

Uno de los aspectos más interesantes, del careo entro Bengoechea y Pich se refirió a quién pidió la muestra de aceite refinado de Raelca que Pich recibió en Barcelona do Ramón Ferrero y llevó hasta San Sebastián, donde se la entregó a Juan Miguel Bengoechea. Esta muestra tiene importancia porque, según los acusadores, era la comprobación de que el aceite industrial vendido por Bengoechea a Ferrero podía destinarse al consumo humano después de refinado. El diálogo se desarrolló de la siguiente forma:

Bengoechea. Yo estaba esperando una serie de muestras de aceites de pescado procedentes de Canarias que me tenía que traer el señor Pich. Cuando se presentó en la oficina en San Sebastián me trajo una serie de Muestras, y entre ellas una de Raelca, que yo no había solicitado previamente. Yo quedé sorprendido y la muestra se quedó en el fregadero de la cocina.

Pich. Señoría, es que ha llegado un momento en el que yo no sé si estoy en mis cabales, porque si digo y no digo y si dijeron o no dijeron, yo ya no sé lo que hice. Pero yo, verdaderamente, no sé qué iría a hacer al aeropuerto del Prat a buscar una muestra si a mí no me mandaron; cosa muy normal en aquellos tiempos ir a buscar muestras. Esta muestra yo recuerdo..., tendría que estar muy equivocado y no estar en mis cabales que no me hubieran mandado que fuera, y el único que me podía mandar en este caso, y- con toda naturalidad y bien, era el señor Bengoechea. Yo fui allí. Recuerdo que me esperé un poco en el aeropuerto. Llegó el señor Ferrero, pero no venía del avión, sino que venía de Barcelona. Me dio una inuestra en un frasco de color, y el día que fui a San Sebastián se la llevé a Juan Miguel, quizás con otras muestras de aceite, de pescado procedentes de Canarias, y se la enseñé. Incluso me dijo: "Pruébala". La probé y la encontré algo picante, pero luego he observado que el picante es porque había fumado, y ustedes mismos lo pueden probar. Él lo probó y dijo "No está mal", y lo puso aparte...".

B. No, acuérdate: yo no hice más que oler aquella muestra, y después de aquello no hicimos ya ningun comentario. Yo no había solicitado esa muestra; la dejé en la fregadera y nos fuimos. Acuérdate de que tu tenías prisa.

P. Yo entregué una muestra, y llega un momento en el que me ofusco, porque ¿quién me la pidió, pues, esta muestra? Quizá no fuiste tú, pero no hay ninguno más en acción que me la pueda haber pedido. Es decir, yo, señoría, llega un momento en que ya no sé... Pero es que no me la podía pedir nadie más.

B. Yo lo que estaba esperando en esos momentos eran las muestras de aceite de pescado. Yo quería comprarte esas partidas para ir deduciéndolo precisamente de la deuda, y no te puedo decir más.

P. Sí, recuerdo que querías aceite de pescado. Pero la otra muestra también la llevé. ¿Qué voy a hacer sí la llevé? Sí la llevé, pues la llevé.

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