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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Contra el SIDA

LOS RESPONSABLES de la lucha contra el SIDA en España han decidido romper el terco silencio informativo que han venido manteniendo sobre los peligros de contagio de esta enfermedad.El mito de que existían grupos humanos especialmente llamados, por sus extrañas prácticas sexuales o por su drogodependencia, a sufrir, como una especie de castigo divino, el azote de esta enfermedad se ha venido abajo desde el punto de vista científico. Ahora toma consistencia la tesis de la existencia de factores de riesgo, de cuya amenaza no está ya exento el conjunto de la población. Los países pioneros en la lucha contra el SIDA, como Estados Unidos, hace tiempo que ofrecen a los ciudadanos una información completa para la prevención de la enfermedad, sin que haya sido óbice el puritanismo moral de que hacen gala ciertos grupos en el poder.

El plan sobre el SIDA elaborado por la administración sanitaria española incluye tres niveles, según que los destinatarios del mismo sean la población penitenciaria, la población en general que tiene acceso a la información mediante los medios escritos o la que sólo se informa a través de los mensajes audiovisuales. La información específica al mundo carcelario tiene su justificación en las precarias condiciones sanitarias existentes en este medio, que hacen que aumente la peligrosidad de los factores de riesgo, como los contactos sexuales o la contaminación sanguínea entre drogadictos mediante la utilización de jeringuillas. Las cifras oficiales, a duras penas hechas públicas por los responsables sanitarios y penitenciarios, corroboran esta situación peligrosa. Sólo en 1986, del total de los fallecidos por SIDA, 16 eran reclusos, y de los 357 casos de esta enfermedad registrados en España desde 1983, el 12,4%. corresponde a personas que permanecieron algún tiempo en prisión. La fuerte tendencia a la práctica homosexual (el 25% de los reclusos), así como la alta drogodependencia en las cárceles, explican que al menos el 30% de los 27.000 reclusos actuales, es decir, más de 8.000, sean portadores del virus.

Pero el contagio por contacto sexual o por contaminación sanguínea amenaza a toda la población, y así se desprende de los casos registrados hasta ahora (357), del número de fallecidos (219) y del número probable, muy dificil de establecer, de portadores del virus (oficiosamente se especula que son unos 100.000). Aunque la incidencia del SIDA en España es relativamente baja (1,2 casos por cada millón de habitantes, frente a 26,2 en Suiza, 21 en Dinamarca, 19 en Francia o 109,5 en Estados Unidos), las perspectivas sobre un aumento galopante de la enfermedad obligan a un plan de prevención. En el pasado año, los casos de SIDA entre heterosexuales han crecido en todo el mundo desde el 1% al 4%, y en los próximos cuatro años se multiplicarán por 10. En Estados Unidos, el contacto heterosexual ha pasado a ser el principal medio de transmisión.

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En definitiva, aunque tarde, la Administración española parece despertar de su letargo ante este problema. Y el plan informativo que ha puesto en marcha merece el apoyo sin reservas de todos los ciudadanos.

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