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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El enfrentamiento Japón-EE UU

EL VIAJE del jefe del Gobierno japonés, Yasuhiro Nakasone, a Washington se ha producido en un momento de máximo enfrentamiento entre los dos países. Hace poco, el Gobierno norteamericano adoptó medidas de penalización comercial para cortar el dumping japonés en materia de semiconductores. Ahora el Congreso ha aprobado, por 290 votos contra 173, una ley proteccionista contra los países que tienen un superávit comercial con EE UU, medida dirigida directamente a disminuir las importaciones japonesas. Aunque el presidente Reagan ha anunciado su intención de poner el veto a esa ley, las cifras de la votación dan idea de la amplitud que tiene la reacción contra la penetración en EE UU de productos japoneses.Estos hechos ponen de relieve algo inconcebible hace algunos años: en el enfrentamiento entre EE UU y Japón, el fuerte es el segundo, y el débil, el primero. Washington se halla en posición de demandante, pidiendo a Japón que le ayude a disminuir el terrible déficit que amenaza el futuro de la economía norteamericana, y que tiene consecuencias gravísimas en un plano más general.

El déficit de EE UU ha alcanzado en 1986 la suma de 166.000 millones de dólares, y aproximadamente un tercio se debe al comercio con Japón. En la base de esta situación se hallan factores objetivos que no se podrán modificar en conversaciones diplomáticas. La sociedad japonesa, con una capacidad productiva y de creación tecnológica gigantescas, tiene a la vez un grado de consumo muy inferior al de los países que se pueden comparar con ella en el plano económico. Ello genera ese potencial de expansión hacia los mercados internacionales y, de modo particular, hacia los de EE UU. Otros factores que refuerzan esa tendencia son el nivel bajo de sus gastos militares y su escasísima ayuda al Tercer Mundo.

Nakasone sabía que para obtener unos resultados positivos en su visita a Washington tenía que mostrarse dispuesto a elevar el consumo interno japonés, lo que permitiría aumentar la compra de productos norteamericanos. En ese orden ha anunciado una reducción de los tipos de interés. Además, el presupuesto que acaba de aprobar el Parlamento japonés establece inversiones muy elevadas en obras públicas, lo que debería estimular las importaciones. Por otra parte, el programa del Gobierno de Tokio de dedicar 30.000 millones de dólares a préstamos a países en vías de desarrollo, en particular en América Latina, ha sido bien recibido en Washington. Sin embargo, subsiste una desconfianza que no será fácil superar. Hace un año, en las entrevistas con Reagan en Camp David, Nakasone prometió un cambio histórico en la orientación de la política económica japonesa. De poco han servido esas palabras. La realidad es que las tendencias predominantes en la política japonesa responden a realidades profundas que no cambiarán en breve.

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En cuanto a la política internacional, existe un problema que preocupa en Japón y en otros países asiáticos. Un punto del posible acuerdo entre EE UU y la URSS para suprimir los misiles de alcance medio en Europa estipula que 100 misiles de ese género permanecerían en la parte asiática de la URSS y en territorio norteamericano. Japón siempre ha prestado apoyo total a la política exterior de EE UU, pero es lógico que ahora ponga sobre el tapete la necesidad de que la supresión de los misiles de alcance medio no quede limitada al territorio europeo. China ha expresado la misma opinión.

Por lo demás, Reagan y Nakasone se hallan bastante debilitados en sus países respectivos. Si el viaje de Nakasone queda en palabras, y los empresarios norteamericanos se siguen enfrentando con los mismos problemas en sus relaciones con Japón, las corrientes proteccionistas serán un ingrediente importante de la campaña demócrata para la presidencia. En cuanto a Nakasone, ha perdido influencia en el seno de su partido liberaldemócrata. Su permanencia al frente del Gobierno sólo durará hasta el otoño y de su visita a Washington no va a recibir ningun refuerzo ante los grupos rivales que preparan su sucesión.

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