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Reagan y Nakasone acuerdan estrechar la coordinación monetaria para evitar una guerra comercial

Francisco G. Basterra

El presidente norteamericano, Ronald Reagan, y el primer ministro japonés, Yasuhiro Nakasone, han acordado reforzar la cooperación entre las políticas económicas de sus dos países, especialmente en lo referente a los tipos de cambio del yen y del dólar, reconociendo que el desequilibrio comercial entre Washington y Tokio es "políticamente insostenible" y puede acarrear "serias consecuencias para el crecimiento económico mundial". Los dos líderes concluyeron ayer dos días de difíciles discusiones en Washington, afirmando que se oponen "firmemente" al proteccionismo.

Horas antes, la Cámara de Representantes aprobó una severa ley comercial destinada a castigar a Japón y a otros países que mantienen superávit comerciales con Estados Unidos.Reagan y Nakasone han logrado un principio de acuerdo de coordinación monetaria que quizá pueda evitar una peligrosa guerra comercial entre las dos economías más fuertes de Occidente. Para Estados Unidos, por encima de los problemas comerciales, la amistad con Japón es vital para sus intereses de seguridad nacional en el Pacífico. La buena marcha de esta relación, a pesar de la tormenta económica entre los dos países, ha sido reafirmada durante la visita de Nakasone.

Con la amenaza de desatar una ofensiva de represalias contra Japón, un país que vende aquí anualmente 60.000 millones de dólares más de lo que compra, Estados Unidos ha conseguido forzar finalmente a Tokio a reducir sus tipos de interés y a relanzar su consumo interno. Al mismo tiempo, la Reserva Federal norteamericana ha anunciado una política monetaria más estricta, con una elevación de los tipos de interés, lo que ayudará al dólar a detener su caída y atraerá la inversión extranjera hacia este país. Varios de los más importantes bancos comerciales norteamericanos anunciaron ayer la subida del 7,757. al 8%, de su tipo básico de interés.

Reagan, admitiendo que Estados Unidos también debe hacer algo por su parte, reiteró su promesa de reducir el gigantesco déficit presupuestario y aplaudió las promesas de Nakasone de estimular la demanda interna. Ambos dirigentes destacaron la necesidad de reforzar la cohesión occidental frente a las nuevas propuestas de reducción de armamentos nucleares de Mijail Gorbachov, para lo que se aprovechará la cumbre de los siete países más industrializados, en junio, en Venecia. Nakasone confirmó que "la relación de seguridad entre los dos países es excelente", y pidió que los INF (misiles de alcance intermedio) sean eliminados también de la parte asiática de la URSS.

El precio de los 'chips'

Nakasone, que tiene una excelente relación personal con Reagan (se llaman Ron y Yasu), y es el líder japonés más "internacional" de los últimos tiempos, no ha conseguido, sin embargo, en Washington que Estados Unidos levante las sanciones impuestas hace unas semanas contra los productos electrónicos japoneses, decretadas porque Washington estima que Japón está vendiendo aquí chips por debajo de su precio de coste. Reagan prometió, sin embargo, que estudiará de nuevo la situación a mediados de mes y levantará el castigo "lo antes posible". Posiblemente antes de la cumbre de Venecia. Tanto Reagan como Nakasone se mostraron partidarios de discutir los problemas comerciales mutuos en el seno de la nueva ronda del GATT.Para aliviar el sentimiento antijaponés y atender al clamor que exige acción y no más promesas, Nakasone ha venido a Washington con un paquete de regalos. Su Gobierno gastará 35.000 millones de dólares (más de cuatro billones de pesetas) para estimular la economía japonesa e invertirá más de 20.000 millones de dólares en ayuda a los países en desarrollo más afectados por el problema de la deuda. Washington quiere que el peso económico de Japón se refleje también en un mayor papel político.

Existe aquí un sentimiento generalizado de que todas las buenas intenciones japonesas se quedan finalmente sólo en eso, y que Tokio no está dispuesto a abrir sus mercados a los productos norteamericanos. Por otra parte, lo que EE UU está exigiendo a Japón es una dolorosa reestructuración económica y social que pasaría por abandonar su dependencia absoluta de la exportación.

El anuncio ayer, en Tokio, de que el superávit del comercio japonés ha alcanzado un récord histórico de 101.000 millones de dólares no ayuda a borrar la enorme frustración existente en este país, a nivel político y popular, por lo que se entiende como una injusta competencia por parte de países como Japón y otras naciones del Pacífico y, en cierta medida, Europa, a quienes se culpa de provocar la pérdida de cientos de miles de puestos de trabajo.

Esto explica que Nakasone haya sido recibido en EE UU con la aprobación por la Cámara de Representantes de una legislación proteccionista. Abandonando la tradicional prudencia diplomática, el primer ministro japonés afirmó aquí: "Confío en que esa ley nunca se convierta en definitiva en su forma actual". Esto es algo que también espera Reagan, que ya ha prometido vetarla.

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