La luz de la memoria

Martha Graham CompanyPlain of player. Lester-Graham; Errant into the maze. Menotti-Graham; Cave of the heart: Barber-Graham; Acts of fight: Nielsen-Graham. Teatro Arriaga. Bilbao, 29 de abril.

Habría que buscar en Martha Graham las raíces de una rama del baile conceptual. Una disección de sus obras permitiría encontrar justificaciones y eslabones perdidos de la danza contemporánea, mediante un trabajo que tiene más de arqueología que de análisis estético, a pesar de su cercanía en el tiempo.

Esta vez, la compañía no exhibe la serenidad de la gira anterior. Se nota una cierta precipitación, cambios en el orden del programa y en los papeles asignados, además de algunos fallos de danza, exceptuando a esos monstruos de siempre: Takako Askawa -que se prodiga poco ya hoy día-, Donlin Foreman, Teresa Capucilli y Larry VVhite.

El estilo Graham es tan preciso que no admite vacilación en un equilibrio o una recuperación demasiado lenta. En Plain of player, una creación de 1968, pueden encontrarse esquemas básicos de una geometría que poco después hizo escuela en la propia ciudad de Nueva York. Grah am ponía ya finales de anticlímax cuando nadie se atrevía a hacerlo.

En esta pieza encuéntranse poses de la estatuaria oriental, apoyadas por una simple pero elocuente escenografia. Esta obra se ubica hacia el final de su dilatada etapa neoclásica, donde exploró mitos y tragedias llevándolos hasta una preconización de la danza posmoderna.

Muchos estudiosos o recopiladores de estudios del posmodernismo y su enjundia ignoran olímpicamente la danza en su relación con la teoría posmoderna. Craso error de quienes desconocen incluso que fue la danza neoyorquina la primera manifestación artística donde se reflejó la corriente de marras, incluso antes que en la arquitectura.

Errant into the maze data de febrero de 1947, y Cave of the heart, de un año antes. Era una época en que las producciones de Graham eran muy económicas, con un máximo de cinco o seis bailarines, sacándole a la interpretación el máximo producto; de ahí que resulten agotadores para quien lo hace.

Estos dos ballets son asumidos por bailarines maduros, poseedores de carácter ,individual y no sólo de una potente técnica. Debe tenerse en cuenta que la mayoría de estas piezas Graham las compuso para sí misma, ala medida de sus poderes escénicos, y de ahí en Errand... los largos monólogos de la mujer, o en Cave... el peso dramático de la acción bailada descansando sobre la Medea.

Acts of light fue estructurado por Graham a los 88 años. Es sabido que no lo hizo sola, pero es, de todas formas, una proeza. Fue una lástima que se cortara la música, obligando a bajar el telón e interrumpir la fluidez de la representación, un discurso donde hay pareja de amor, sacerdotizas paganas, damas oferentes y evocaciones oníricas.

Es como un testamento donde se dan cita los elementos gestores del baile grahamiano, pero bajo una luminosidad restrospectiva, serena, de dulce quietud moral. No hay nada nuevo, porque todo lo es, parecen decir los sonrientes bailarines al final.