Y llegó el americano
Steven Spielberg comienza hoy en Trebujena el rodaje de su última película
En la plaza de Palomares, en pleno centro de Trebujena (Cádiz), a las tres de la tarde, bajo un sol primaveral pero de castigo, un buen número de vecinos se agrupa a las puertas de una bodega que hace tiempo cayó en desuso. Son los extras de Spielberg. El inmueble sirve habitualmente para montar algunas celebraciones de cruces de mayo y, en ocasiones, para dar cobijo a banquetes de primeras comuniones y bautizos. Ahora acoge el probador de extras. Nunca la antigua bodega de Trebujena conoció tanta actividad: "Es que ha llegado el americano".
A cada uno de los extras se le asigna una vestimenta acorde con su aspecto físico. Un joven de los que espera en la puerta dice que a él le corresponde un pantalón militar "y una pamelita de paja como la que llevan los chinos, y me tienen que cortar el pelo, pero sólo un poco".Otra adolescente del pueblo se resigna a debutar en el séptimo arte vestida de prisionera, "con una larga bata hasta los tobillos y un pañuelo en la cabeza". Una tercera, Sofía González, de 14 años, residente en Madrid y que está allí de vacaciones, se lamenta por no poder ir de extra junto a sus amistades, que aseguran no tener ningún inconveniente en abandonar unos días sus estudios para acudir al rodaje.
Cuando terminan en el probador se les asigna un número, el mismo que se pone en una determinada bolsa de plástico donde se guarda el aliño indumentario correspondiente a cada uno. La mayoría de los contratados como extras son jóvenes, aunque nadie sabe calcular con certeza cuántos son en total ni, según aseguran, lo que cobrarán por jornada de rodaje.
Nada extraño sería que les tuvieran prohibido hablar del tema; al menos ésa es la consigna de los técnicos y la tónica general de la gente que trabaja en tomo al rodaje. El que más y el que menos se autodenomina "ayudante de dirección", título casi seguro degradado, por lo numeroso, en el rodaje de esta gran producción que se titulará El Imperio del Sol, al igual que la novela de J. G. Ballard, en la que se basa la película.
Nadie que no trabaje en los preparativos puede acceder a las zonas de la marisma donde hoy, miércoles, Steven Spielberg comenzará el rodaje de esta parte de su última obra. "Lo único que podemos decir es que hay que llamar a Londres para pedir permiso", dice uno de ellos. "Hemos llamado esta mañana y no había nadie". "Pues entonces hay que llamar a Madrid", insiste incrédulo. "Pues ya hemos llamado y nos dicen que a Londres". "Pues entonces el miércoles en Jerez...". Mientras transcurre esta escena, otro autodenominado ayudante de dirección se dirige a un fotógrafo para prohibirle que haga fotos de la puerta de entrada a la bodega que hace de vestuario de extras, hasta que el fotógrafo le hace ver la obviedad de que se encuentra en medio de la calle y que va a seguir haciendo fotos.
Guardias armados
Una nota difundida por la Warner Bros el 27 de enero aseguraba que "comenzará a filmarse el 2 de marzo". Se anunció que Spielberg aterrizaría en Sevilla el día 20, y lo hizo el 19. Luego, que se alojaría en Jerez, pero era en los alrededores. Por lo demás, guardias armados custodian los accesos a las zonas de rodaje. En enero, un joven periodista que hizo fotos donde no debía terminó con un labio partido por un experto golpe de kárate.El brigada comandante de puesto de la Cruz Roja en Trebujena aseguraba el lunes que para hoy, miércoles, tendría dispuestos a algunos de sus hombres y una ambulancia para montar un puesto de socorro en la zona de rodaje. Su presencia ya se solicitó hace unos días, cuando aterrizaron sobre una pista de tierra, en la misma marisma, a escasos metros del Guadalquivir, tres antiguos aviones de caza ahora pintados con los emblemas del Imperio del Sol Naciente durante la II Guerra Mundial.
Los aviones descansan en la zona próxima al río, junto a decorados que parecen imitar hangares, el techo de una pagoda, depósitos de agua y otras construcciones. La actividad parece grande a unos 600 metros del puesto del guardia jurado. Entran y salen jeeps y todo tipo de vehículos. Algunos de ellos son antiguos y están adornados con camuflaje bélico. Llegan tractores con remolques llenos de armajos, arbustos propios de la marisma con los que se camuflarán las zonas despobladas por el paso de la maquinaria.
Grandes maquetas teledirigidas que imitan cazas nipones sobrevuelan la zona zumbando sobre la marisma. Hay quien asegura que los americanos, como se conoce a los de la película, han alquilado hasta una avioneta para que fumigue la zona y les libre de los mosquitos.
Miedo al SIDA
Los productores han alquilado en la zona gaditana alrededor de Trebujena varios edificios e instalaciones, bien para almacén de material o bien para viviendas. Para este último fin los hombres de Spielberg anduvieron buscando un chalé en la zona. Pues bien, al parecer, el pánico al SIDA no es exclusivo del país del director, ya que, según colaboradores del mismo, el propietario de uno de los chalés a quien se contactó exigió para alquilar su casa un certificado de que el cineasta no padecía el terrible mal.Al parecer, Spielberg agarró tal cabreo con la sospecha, que afirmó que no se alojaría en ese chalé ni aunque fuera el único disponible. Finalmente, parece ser que el director vive en un chalé de la lujosa urbanización Vistahermosa, situada junto a El Puerto de Santa María. Los miembros del equipo se alojan en otros chalés y en hoteles de Jerez y de El Puerto de Santa María.
Es toda una película esta millonaria superproducción, que tendrá como protagonistas a John Malkovich, Miranda Richardson, Nigel Havers y Christian Bale. Robert Shapiro es el productor ejecutivo y Tom Stoppard y Menno Meyjes han realizado la adaptación cinematográfica del libro. El filme, que narrará la ocupación japonesa de Shanghai vista a través de los ojos de un muchacho que pervivirá por sus propios medios en dramáticas situaciones, es el primero que dirige Spielberg desde El color púrpura, que obtuvo 11 candidaturas para los Oscars, le valió el premio de la Asociación de Directores, y hasta enero pasado había recaudado 100 millones de dólares largos (unos 13.000 millones de pesetas) tan sólo en EE UU.
Babelia
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