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La policía boliviana quiere interrogar al biólogo español que se salvó de la 'matanza de Huanchaca'

La policía boliviana desea interrogar al biólogo español Vicente Castelló, único superviviente de la matanza de Huanchaca, ocurrida el año pasado en las serranías de Caparuch (Bolivia), donde se encontraba la mayor fábrica de cocaína descubierta hasta la fecha en ese país. Si el científico no accede a trasladarse a La Paz, la policía se plantea la posibilidad de enviar a España dos investigadores para que le tomen declaración. Seis meses después de que narcotraficantes asesinaran al científico boliviano Noel Kempff Mercado, a su guía Franklin Parada y a su piloto Juan Cochamanidis, la policía ha esclarecido en gran parte el crimen e identificado a los propietarios de la fábrica. Pero desea esclarecer algunas supuestas contradicciones de la declaración efectuada en su momento por el biólogo español.

El 5 de septiembre de 1986, una misión científica boliviano-española intentaba establecer un campamento de investigaciones en las serranías de Caparuch, dentro de una reserva forestal de gran riqueza en flora y fauna. Los miembros de la misión, entre los que se encontraba Castelló, tuvieron la mala fortuna de posarse en una pista de aterrizaje que les habría de llevar a un desenlace fatal, tras haber descubierto involuntariamente la más grande fábrica de cocaína existente en Bolivia.Dos hombres, que según han establecido las investigaciones policiales eran los guardianes de la fábrica de cocaína, identificados como Almiro Souza y Angelo Guara, asesinaron a Kempff, Parada y Cochamanidis. Castelló se salvó de milagro y fue recogido, un día más tarde por el piloto Mario Añez Hurtado, que posteriormente ha resultado estar también implicado en el el crimen.

Las investigaciones de la polícía permitieron conocer que Huanchaca formaba parte de unas 18 líneas (grupos) de narcotraficantes a escala internaciontal y que sus propietarios, el colombiano Jorge Márquez y el brasileño, hoy detenido, João López, tenían contacto con más de 120 personas en Bolivia, 14 de las cuales están detenidas y el resto bajo vigilancia.

La policía brasileña, que detuvo a López, identificó también a los socios de la refinería de Huanchaca, en su mayor parte pilotos civiles, que eran quienes proveían los precursores químicos para la elaboración de la cocaína, mientras que la policía boliviana estableció una relación de los proveedores locales de sulfato de cocaína, entre ellos Humberto Gil Suárez, detenido por tres meses y posteriormente puesto en libertad por una orden judicial que luego fue anulada por una sospecha de corrupción.

Hasta el momento este asunto, además de las tres personas que fueron asesinadas en las serranías de Caparuch, se ha cobrado otras dos vidas: la del diputado Edmundo Salazar y la de un piloto canadiense, asesinado en plena calle a fina les del pasado año.

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Según la policía boliviana Castelló "en sus narraciones describió de manera diferente a las establecidas en las investigaciones las posiciones de los cadáveres", además de varios detalles aún no esclarecidos.

"Queremos una declaración personal, una versión propia de él ante la policía, y queremos hacerle unas preguntas en relación a la forma como se ocultó y todo aquello", explicó a EL PAÍS el jefe de información del Comando Nacional de la Policía, coronel Alberto Saavedra. Lo más probable es que los investigadores bolivianos se trasladen a Madrid, pero las autoridades bolivianas no descartan la posibilidad de que Castelló se anime a volver a Bolivia.

"Yo no creo que el biólogo español haya estado implicado en el crimen o haya tenido algún contacto con los narcotraficantes, no... Pero será necesario que amplíe sus declaraciones", dijo el prefecto (gobernador) de Santa Cruz, Roberto Roca. "Lo que pasa es que las informaciones que dio Castelló desorientaron totalmente a la policía", añadió.

"Elucubraciones"

El biólogo español, por su parte, desconocía ayer el curso de las investigaciones que se estaban llevando a cabo en Bolivia, y se mostró contrario a volver a este país, aunque dijo, en conversación con EL PAÍS, que no tenía ningún inconveniente en que policías bolivianos viajen a España para interrogarle.Castelló se muestra indignado por este tipo de "elucubraciones". "Yo declaré ante la policía poco después de que me rescataran", explica, y "la conversación se grabó íntegramente. Tampoco abandoné el país ilegalmente, estuve varios días en la residencia del embajador de España y la policía sabía mi paradero, luego salí del país en avión con mi pasaporte".

"Es indignante", afirma, "que después de todo lo que pasó, después del trabajo que realizamos allí, se tengan dudas no sólo sobre mí, sino sobre toda la expedición española". Castelló, que se ha reincoporado a su trabajo, desea ante todo olvidar aquel desgraciado incidente e impedir que le afecte en sus tareas profesionales.

Entre tanto, la difícil investigación sobre el caso Huanchaca sigue adelante rodeada de grandes medidas de seguridad. Un primer expediente, de más de 607 páginas, ha sido depositado en la caja fuerte de un banco a fin de resguardarlo contra acciones de personas interesadas en mantener bajo al anonimato sus conexiones con la mafia narcotraficante.

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