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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Unas cuentas opacas

LAS ANOMALIAS en la contabilización de los intereses generados por las cuentas bancarias de la Generalitat de Cataluña (ver EL PAÍS de los pasados días 12 y 13) constituyen una señal de alarma no sólo sobre cómo se administra el dinero público. La historia ha puesto de manifiesto operaciones sorprendentes. Entre ellas, el hecho de que se contabilizasen algunos intereses bancarios varios ejercicios después de su devengo, o abismales diferencias entre las cantidades presupuestadas y las ingresadas, o el estancamiento de la recaudación durante años en un mismo nivel.El asunto no sólo es significativo de un cierto deterioro registrado en la propuesta de mayor control ciudadano sobre las Administraciones, sus ingresos y sus gastos, que había de reportar el Estado de las autonomías, sino también de un peculiar estilo muy propio del Gobierno de Pujol. La clave de este estilo podríamos encontrarla en un detalle suscitado por la parcial privatización de la caja con que trabajaba la Generalitat. Mientras en la etapa de Josep Tarradellas, el banco de la Generalitat era el Banco de España, en la de Pujol empezó a serlo, principalmente en su etapa anterior, Banca Catalana.

La nota de réplica a las informaciones sobre esta cuestión hecha por el Departamento de Economía y Finanzas de la Generalitat, que encabeza Josep María Cullell, aparte de no incidir en los aspectos esenciales del problema -los desfases contables-, cometía un desliz llamativo. En un momento determinado decía reproducir literalmente un texto de su tribunal de cuentas, pero lo que transeribía era una cosa distinta. Lo que en el informe de la Sindicatura de Cuentas sobre el ejercicio 1984 eran siete observaciones, algunas muy críticas, a la contabilidad de Cullell, para acabar señalando que no había detectado "ninguna otra anomalía digna de mención", ahora, en la pluma rectificadora de la Hacienda autonómica, todo lo anterior queda convertido en una cita presuntamente textual que señala, simple y llanamente, que no hay "ninguna anomalía". Errores mecanográficos de este calibre pueden explicar también, suponemos, los errores en la contabilidad.

Pero mientras suceden estas batallas dialécticas,la cuestión sigue pendiente, pese a la admirable insistencia en recabar información que exhibe el diputado aliancista Josep Curto, quien ha hecho más labor en esta cuestión que toda la oposición junta. Su pregunta formal sigue esperando respuesta. Pues la cuestión es: ¿dónde y cómo se han contabilizado los intereses abonados por los bancos a la Generalitat a lo largo de los 12 meses del ejercicio contable de 1984? Y a eso es a lo que tiene que responder el conseller Culell: explicando con detalle, partida a partida, a dónde han ido a parar esas cantidades, propiedad legal de los ciudadanos.

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