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Shamir y Peres evitan la ruptura de la coalición en Israel

La crisis en el seno del Gobierno de unión nacional de Israel -tal como se preveía- no ha estallado. Sin duda, se produjeron intercambios de pareceres, en ocasiones muy subidos de tono, entre el primer ministro, Isaac Shamir, y el viceprimer ministro y ministro de Asuntos Exteriores, Simón Peres, en la reunión que mantuvo ayer el Gabinete israelí, pero nada más.

Peres relató las conversaciones que mantuvo en El Cairo y el Gobierno continuó con el orden del día. Tampoco se trató de un empate. Peres ha salido ganador por puntos. Tras las imprecaciones y amenazas proferidas por diversos ministros del Likud (coalición de derechas), con Shamir a la cabeza, contra Simón Peres que, aseguraron, no había recibido ningún mandato para comprometer a Israel en El Cairo, y cuya actitud allí, en Egipto, sería desautorizada, formalmente no ha pasado nada a su regreso. Todo lo más, un duelo verbal entre dos jefes de campos opuestos.

Compromiso válido

El comunicado conjunto egipcio-israelí, firmado por el viceprimer ministro Peres, por el que los dos países se comprometen trabajar para la convocatoria, en 1987, de una conferencia internacional sobre Oriente Próximo que conduzca a unas negociaciones de paz directas entre Israel y sus vecinos árabes, no ha sido anulado. Shamir y sus colegas ni siquiera intentaron anularlo mediante una votación. Sabían que no podían obtener mayoría.

El primer ministro advirtió, no obstante, al Gobierno contra la aceptación de dicha conferencia internacional que, en su opinión, equivaldría a aceptar que Israel debe comparecer ante una especie de tribunal internacional donde", aseguró, Israel sería "conminado a evacuar todos los territorios liberados en 1967". Shamir añadió, dirigiéndose a Peres: "¿Es eso lo que deseas? ¿Es ese el objetivo de tus trapicheos?"

Cabe preguntarse por qué, en estas circunstancias, Shamir no ha requerido a los ministros laboristas, con Peres a la cabeza, para que pidieran disculpas, bajo la advertencia de que, en caso contrario, el Likud abandonaría el Gobierno y sometería el asunto a los electores. La respuesta es que porque el Likud no tiene en absoluto la certeza de poder ganar esas elecciones. También porque los pequeños partidos y la opinión pública israelí pueden reprochar a Shamir y a sus amigos de haber hecho estallar el Gobierno de unión nacional, sin una razón válida, y eso antes incluso de haber logrado el enderezamiento económico del país y por un asunto puramente hipotético. Además, ¿por qué provocar una crisis cuando nadie puede asegurar todavía que esta conferencia internacional se reúna efectivamente?

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