McFarlane se recupera tras un intento de suicidio
Robert McFarlane, el consejero de Seguridad Nacional que ofreció a Ronald Reagan la coartada, estratégica para vender armas a Jomeini, intentó suicidarse el lunes con una sobredosis de tranquilizantes y se encuentra internado en un hospital de Washington. El intento de suicidio fue confirmado ayer por fuentes policiales. McFarlane, personaje clave para desentrañar el escándalo del Irangate, se encuentra bien y se recupera en el hospital Naval de Bethesda, donde ingresó tras ingerir entre 25 y 30 pastillas de Valium y dejar una nota a su mujer, cuyo contenido no ha sido revelado.
FRANCISCO G. BASTERRA, Totalmente leal al presidente, al que sirvió entre octubre de 1983 ' y diciembre de 1985, McFarlane, según sus amigos, estaba abrumado ante la posibilidad de tener que declarar algo que probara que Reagan sabe más de lo que dice sobre el contragate.El presidente está "muy preocupado" por la salud de su antiguo colaborador, pero no tiene información para juzgar si realmente ha intentado o no suicidarse, dijo ayer el portavoz de la Casa Blanca, Marlin Fitzwater. "No quería que su testimonio dañara a Reagan", explicó un funcionario de la Presidencia, Los Reagan se pusieron ayer en contacto telefónico con la esposa de McFarlane. Éste, hasta hace sólo unas semanas, tenía en su casa un ordenador con el que trabajaba con información clasificada, un teléfono directo con la Casa Blanca y una caja fuerte especial para guardar documentos secretos McFarlane actuó como asesor presidencial en la operación iraní, tras cesar en su puesto al frente del Consejo Nacional de Seguridad (NSC) a finales de 1985.
McFarlane- tenía que haber testificado el lunes ante la Comisión Tovver, que está investigando el papel del NSC en la conducción de la política exterior norteamericana. Sus amigos aseguran que en los último tiempos estaba muy deprimido pálido y cansado, solía rompe en sollozos y pensaba que había fracasado. McFarlane es la segunda personalidad importante que desaparece de la escena del escándalo por problemas médicos. William Casey, cuyo protagonismo en la operación iraní y en el desvío de fondos a la contra es cada día más evidente, ha dimitido de su cargo de director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) tras ser operado de un cáncer cerebral. Ya no podrá contar todo lo que sabe.
McFarlane, un ex marine de 49 años, el único personaje de esta intriga que está declarando voluntariamente ante los comités de investigación del Congreso, ha puesto en un grave aprieto a la Casa Blanca con sus declaraciones. Afirmó que el presidente autorizó verbalmente, en agosto de 1985, la venta de armas a Teherán, utilizando a Israel, lo que ha sido posteriormente negado por el jefe del gabinete presidencial, Donald Regan, que afirmó, bajo juramento, que Reagan no supo nada de este envío hasta el otoño y lo autorizó después de que se produjera. Regan forzó el cese de McFarlane, en diciembre de 1985, por considerar excesivo su acceso al presidente.
McFarlane también afirmó ante el Comité de Información del Senado que el secretario de Estado, George Shultz, estaba informado en todo momento de la conexión iraní, pero éste lo niega. Dijo, asimismo, que entre enero y abril de 1986 no supo nada de la operación, pero hay documentos que prueban que en febrero recibió un mensaje teniente coronel Oliver North.Fuentes parlamentarias citadas por The Washington Times existía una posibilidad de que fuera acusado de perjurio por su testimonio ante el Congreso.McFarlane ha insistido que antes de su dimisión recomendó al presidente que detuviera la venta de armas a Irán. Pero el informe final del Comité de Información del Senado ha puesto su credibilidad en tela de juicio.
"Parece un intento de suicidio debido al número de pastillas que tomó, y lo estamos investigando como tal", dijo la policía que acudió a la casa de McFarlane, en las afueras de Washington, el lunes.
poco antes de las ocho de la mañana del lunes. Al parecer, McFarlane estaba tomando Valium desde hacía bastante tiempo, como relajante muscular, para combatir unos fuertes dolores de espalda.
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