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Aquino mantiene su oferta de paz al concluir la tregua con la guerrilla comunista

El Gobierno filipino de la presidenta Corazón Aquino prometió ayer "mantener abiertas las puertas de la paz y buscarla por otros medios si la negociación no es posible", tras rechazar las condiciones formuladas el sábado por la guerrilla comunista para prorrogar el acuerdo de alto el fuego acordado para 60 días. Ese plazo concluyó al mediodía de ayer. El Ejército filipino se considera en pie de guerra. El Gobierno conserva, sin embargo, otro frente de negociación, ya que hoy comienzan las conversaciones previstas con la guerrilla musulmana que lucha por la autonomía de varias islas del sur de Filipinas.

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"A partir de hoy no hay más alto el fuego, sólo hay fuego", dijo Ramón Quin, en la edición de ayer del diario Zamboanga Times.En Zamboanga, al oeste de la isla de Mindanao, en el sur de Filipinas, se respira la tensión en cada esquina. Hay controles militares en los accesos a la ciudad, de unos 400.000 habitantes, con un 20% de población de religión musulmana.

Es en Mindanao, segunda isla en extensión de Filipinas, donde están representados los dos principales tipos de guerrilla a los que debe enfrentarse la Administración de Aquino: la comunista del Nuevo Ejército del Pueblo (NEP), y la musulmana del Frente Moro de Liberación Nacional (FMLN) y el Frente Moro Islámico de Liberación (FMIL).

Carreteras cortadas

"No sabemos lo que va a pasar, pero estamos preparados para cualquier eventualidad", explica el sargento Amador, del cuerpo de marines del Ejército filipino, que controla, con un fusil ametrallador M-16 al hombro, uno de los múltiples accesos a Zamboanga.Las principales carreteras que llegan a la ciudad están cortadas, cada 10 o 15 kilómetros, con troncos de palmera sobre la agujereada calzada, que obligan a los escasos vehículos (abarrotados de pasajeros, muchos de ellos colgados de los estribos y en el techo de autocares y taxis) que circulan a reducir la velocidad y desviar continuamente su ruta.

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Aunque el ambiente es tenso en Mindanao, la situación varía según los frentes guerrilleros. Los grupos moros, que incluso dicen que están preparados para luchar contra los comunistas, se mantienen vigilantes pero relativamente tranquilos, en una región en la qué, a la puerta de los locales públicos son habituales los carteles que indican: "Por favor, dejen sus armas antes de entrar". La situación es muy distinta en el caso de la guerrilla comunista del Nuevo Ejército del Pueblo.

El alto el fuego que entró en vigor hace dos meses concluyó formalmente al mediodía de ayer, pero ya el pasado viernes un ataque guerrillero contra un destacamento del Ejército provocó cinco muertes en la localidad de Suyong (Cagayan, al norte de Filipinas).

Satur Ocampo, Antonio Zumel y Rodolfo Salas, los líderes del Frente Nacional Democrático (FND), brazo político del NEP, han explicado en una página entera de publicidad, aparecida en la edición de ayer del diario izquierdista Malaya, los motivos de su postura. Afirman que no están dispuestos a reanudar las conversaciones de paz "mientras las autoridades no decidan atacar a fondo las raíces de los problemas filipinos, y en tanto el Gobierno no imponga su autoridad civil sobre los militares".

En respuesta a esta actitud, la presidenta filipina ha anunciado, por boca de su ministro de Defensa, Rafael Ileto, y del jefe del Alto Estado Mayor, general Fidel Ramos, que su política de apertura al diálogo no excluirá la firmeza de la respuesta armada "en cualquier zona del país". Todo deja prever que proliferarán los combates entre el Ejército y la guerrilla.

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