Jeanne Moreau vuelve a los escenarios franceses
La actriz representa en el Festival de Otoño de París 'El relato de la sirvienta Zerline', de Hermann Broch
La actriz Jeanne Moreau ha vuelto a los escenarios franceses, dentro del Festival de Otoño de París (que se prolonga hasta el invierno), con El relato de la sirvienta Zerline. Su retorno ha sido un éxito, quizá por haber recuperado a un autor como Hermann Broch (Viena, 1886-Connecticut, 195 l), escritor austríaco que sólo ahora comienza a ser bien conocido, autor de La muerte de Virgilio. Broch fue perseguido y atrapado por la Gestapo y salvado gracias a sus traductores y a Joyce, que le ayudaron a llegar a Londres, y Thomas Mann y Einstein, que consiguieron su visado para Estados Unidos. Del éxito de la obra son también responsables un director como Klaus Michael Gruber (1941) -colaborador de Strehler y célebre en toda Europa por sus frecuentísimos montajes de teatro y óperas- y una intérprete como la misma Jeanne Moreau, estrella de la nouvelle vague francesa, protagonista de películas dirigidas por Vadin, Buñuel, Welles, Peter Brook, Antonioni, Truffaut, Losey y Ophüls, y, además, cantante y directora (Lumire y Ladolescente, con Simonne Signoret).Para este capítulo quinto de Los irresponsables, el director alemán ha elegido un decorado de una sobriedad monacal, pero cuidada hasta sus últimos, extremos. El escenario está compuesto como un cuadro; Gruber ha jugado con los efectos de las luces y las sombras, como un especialista de la pintura, a la manera de un "interior holandés".En primer plano, una mesa con un florero, un juego de cartas y unas manzanas rojas, brillantes, como las de la tentación de Eva. A la derecha, un sillón, y a la izquierda, al fondo, una cama grande deshecha, con una colcha de terciopelo rojo que destaca, como una mancha de sangre, sobre la blancura de las sábanas, gracias al rayo de luz que penetra en la habitación a través de una celosía.
Penumbra
Todo está en penumbra, silencioso, pesado, como una tarde de verano a la hora de la siesta. Se oye el sonido de unas campanas en la lejanía, que parecen señalar el comienzo del espectáculo (al final sonarán de nuevo, acabándolo), e inmediatamente después tres vigorosos golpes en la puerta: es la sirvienta Zerline, que, más que pedir permiso para entrar, se anuncia a sí misma como lo que es, la protagonista única e indiscutible de la obra, del drama. A partir de este momento -durante una hora y cuarto-, Zerline/Moreau, con su voz infantil y ácida -que sorprende al principio-, contará, desgranándola lentamente, casi deletreándola por momentos, la verdadera historia de los dueños (sería más exacto decir dueñas) al señor A (el actor HanssZieschle), huésped de la casa, quien, prácticamente inmóvil -pero, sin embargo, bien presente durante toda la obra-, entrecortará dos o tres veces el monólogo de Zerline con breves frases.Una historia que resume las injusticias sociales, los prejuicios y la decadencia de una clase y una época a través de los amores y frustraciones de una criada. La criada no consigue el amor de los hombres que su patrona, la baronesa, poseyó. Controlando perfectamente su dicción y sus gestos, no tanto sus movimientos, la actriz Jeanne Moreau interpreta la seducción y el abandono, el amor y el odio, la compasión y la venganza, pues, al final, Zerline (en la novela, que no en la pieza) envenenará a la baronesa, su oponente, y, en cierta manera, provocará el suicidio del señor Andreas.
Babelia
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