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Entrevista:

Hajek: "Gorbachov está reconociendo un cierto pluralismo en la sociedad de la URSS"

Entrevista a uno de los dirigentes de la 'primavera' de Praga

Jiri Hajek, el anciano dirigente comunista que guió la diplomacia checoslovaca durante los ocho meses que duró la primavera de Alexander Dubcek, vive en un modesto chalé situado a las afueras de Praga. Para visitar a este hombre, que conoció a Nikita Jruschov, Palmiro Togliatti y Mao Zedong, es necesario tomar varios medios de transporte. Cuando llegamos a su casa ya es de noche, pero Jiri nos acoge con una sonrisa. "Me alegro de volverte a ver", me dice, poniendo una mano sobre mi hombro; y, mientras sonríe, calma las efusiones de César, su maravilloso perro blanco y gris.

Hemos ido a ver a Hajek para que nos dé su opinión sobre lo que ocurre en su país y en el área socialista al cumplirse el primer año de gobierno en la URSS de Mijail Gorbachov y tras el llamamiento efectuado el pasado noviembre -con ocasión del 30º aniversario del levantamiento húngaro- por los disidentes, opositores y comunistas críticos de todo el Este europeo, y que ha constituido el primer documento común realizado desde que el imperio soviético llegó hasta las orillas del Elba."Ah, sí, el llamamiento", afirma Hajek. "No es una protesta, no es un desafío. Constituye un acto testimonial en nombre de los principios del socialismo. Esos principios nos inspiran a nosotros y a nuestros amigos de la izquierda occidental. Son principios que fueron pisoteados por las intervenciones armadas en Hungría y Checoslovaquia, pero que Gorbachov puede impulsar en la URSS".

Pregunta. Entonces, ¿usted juzga de forma positiva a Gorbachov?

Respuesta. Nosotros observamos con gran interés sus ideas y sus discursos, dentro de los límites de lo que aquí se sabe. Para nosotros, que nos hallamos aislados aquí, es dificil verificar la realidad, pero noto en sus discursos un deseo de saltarse a la cúspide del aparato; veo que se dirige a la intelligentsia técnica, pero también a la gente en general, como hacían los dirigentes de nuestra primavera.

P. Sin embargo, se trata de una reforma realizada desde lo alto, desde arriba, con mano de hierro, mientras que en su caso la participación en la base era enorme...

R. Creo que, en la sociedad soviética, el desarrollo de una reforma necesita que exista un poder central fuerte. Y creo que forma parte de la tradición rusa, desde los tiempos de Pedro el Grande, el que las reformas tengan que venir, o al menos empezarse, desde arriba. Pero ello no menoscaba la importancia que tiene el intento.

P. ¿Puede explicarnos por qué?

R. Porque Gorbachov está reconociendo de hecho un cierto pluralismo de intereses en la sociedad soviética. Es una forma de pluralismo limitado y muy distinto al occidental, pero también una aproximación nueva a la relación con la sociedad. En la Unión Soviética han sido creados teatros independientes; directores de cine y escritores celebran congresos en nombre de la renovación y de la verdad... Aquí, los miembros del departamento de jazz de la Unión de Músicos están en la cárcel acusados de decadentes...

Nueva forma de pensar

P. ¿Cree que este nuevo tipo de pluralismo podrá extenderse a las relaciones con Europa del Este?R. Cuando intento ahondar e interpretar lo que Gorbachov llama novoye misleniye (nueva forma de pensar), me inclino a considerar que prefiere dialogar con aliados en lugar de con los satélites que heredó de Leonid Breznev.

P. ¿Tiene indicios concretos que apoyen sus esperanzas?

R. Repito: leemos con atención todo lo que él dice. Su encuentro hace unas semanas con el lider de la Liga de los Comunistas Yugoslavos ha sido muy significativo. Gorbachov ha subrayado que ningún partido comunista puede pretender ser el único depositario de la verdad y que "la verdad se determina con el intercambio de las ideas y de las opiniones". Y más aún: que "cada partido comunista tiene derecho a tomar sus decisiones". En Moscú no hablaban así cuando llegó nuestra primavera. Otro indicio: en la época de Breznev, las relaciones de los países del Este, por separado, con la Comunidad Europea eran tabú; hoy son admitidos y animados por Moscú, y se multiplican.

P. Entonces, ¿serán las presiones soviéticas las que impulsen el cambio en Europa oriental?

R. No, no es esto lo que he querido decir. Por el contrario, creo que Mijail Gorbachov preferiría ver que estos países tomaran el camino de las reformas por sí mismos, de forma espontánea y no por impulso suyo. Me parece que él es contrario a lo que podría resultar de una intervención al revés. Pero insisto en que me parece que es partidario de dialogar con aliados, y no con países satélites, también en interés del prestigio de la política soviética en Europa occidental. Sin embargo, el logro de un deseo de este tipo depende de los dirigentes de nuestros países, y temo que ellos ya están acostumbrados a su condición de satélites y que incluso la prefieren.

P. Pero ¿no cree que Gorbachov necesita de forma prioritaria la estabilidad de Europa oriental?

R. Naturalmente, cada cambio que sea real, y no sólo de fachada, es peligroso si no se prepara con tiempo. Creo que Gorbachov tiene en cuenta este problema. Creo también que no es el ejemplo de las reformas húngaras, sino el de la eficiencia de la planificación en la República Democrática Alemana, lo que Gorbachov considera de forma favorable, puesto que garantiza el papel dirigente del partido.

Además, los límites y los problemas de la URSS no comienzan ni terminan en Europa del Este; por de pronto, Gorbachov ya tiene que hacer frente a la resistencia que ofrecen sus burócratas.

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