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Tribuna:POLÍTICA EXTERIOR
Tribuna
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Los medios para estar en el mundo

Emilio Menéndez del Valle

Independientemente de la postura que se adopte ante o dentro de la OTAN o cómo se conciba la CE (no piensan igual Thatcher que Mitterrand, ni el Partido Socialdemócrata Alemán o el Partido Socialista francés que los conservadores británicos) y de las posibles actitudes pro reforma de una y otra organización ante indeseadas situaciones de hegemonía a cargo de algunos Estados, no cabe duda de que haber despejado el "OTAN sí, OTAN no" y poder hablar con pleno derecho en la CE harán más coherente la política exterior de España.Algo similar cabe decir respecto a la normalización israelí. Se partía del hecho de que reconocer a un determinado Estado no significa necesariamente aprobar la situación de los derechos humanos en su interior o su conducta internacional (casi cualquier ejemplo sirve, pero citemos simplemente Suráfrica, Chile, Cuba). Cosa que las autoridades españolas dejaron bastante clara emitiendo simultáneamente al comunicado conjunto hispano-israelí de 17 de enero de 1986 (por el que abríamos relaciones diplomáticas con Tel Aviv) la unilateral y muy oportuna "declaración del Gobierno de España" en la que se recordaba nuestra política hacia Oriente Próximo y el respeto por los legítimos derechos palestinos.

Y, sin embargo -y como cabía esperar- el gesto formal hacia Tel Aviv y el ingreso en OTAN y en CE no sólo aumenta la racionalidad de nuestra actuación exterior, sino que -sobre todo, combinados los tres factores, ahora positivamente asumidos- además nos proporcionarán más bazas en la dirección y ejecución de la misma. Dicho sin ambages, se nos respeta más y, consecuentemente, podemos hacer más.

En resumidas cuentas, creo que estamos ahora relativamente mejor preparados que hace unos años para ejecutar la política exterior que nos toca desempeñar. Otra cosa es en qué puede consistir y qué áreas abarcar, por un lado, y de qué medios presupuestarios disponemos dentro y fuera de España para llevarla adelante, por otro.

En cuanto a lo primero, y hablando de privilegios, se cuentan con los dedos de una mano los Estados que se pueden permitir el lujo de elaborar y desarrollar una política exterior múltiple, y simultánea en distintas áreas del globo. Lo normal es que se actúe en el área de influencia natural inmediata, que, en nuestro caso, es Europa. Y, en realidad, si somos rigurosos, hemos de admitir que, con resultados prácticos, eso es lo único que hemos venido haciendo en los últimos años. Y no podía ser de otra manera. El verdad que, por razones histórico-culturales, América Latina y, en buena medida, el mundo árabe, son calificables de áreas de influencia potenciales para nuestra política exterior, pero, debido a nuestra carencia de recursos no son áreas inmediatas o no lo han sido hasta ahora de un modo constante y eficaz, a diferencia de lo que ha sido nuestro enfoque europeo. ¿Pueden serlo en el futuro próximo o menos próximo?

Objetivo, Latinoamérica

Creo que, superados positivamente los tres elementos ya mencionados, nuestra política exterior debe ocuparse sistemática y permanentemente de Latinoamérica. Sería un crimen de la historia y la cultura el no hacerlo. Pero debemos hacerlo, aun procurando aumentarlos, de acuerdo a nuestros recursos y -aunque no solamente- sobe todo en el seno de la CE, eso sí, jugando allí con nuestro privilegio iberoamericano, intentando configurar la política comunitaria del modo más favorable para nuestros intereses.

Otro tanto cabe decir, aunque lógicamente con mayor atenuación, de nuestra vertiente árabe. De ella se está ocupando el Gobierno, y en concreto el ministro de Asuntos Exteriores. El viaje a Siria, una reunión de embajadores de la zona en El Cairo, el primer viaje oficial a Israel (no se puede separar lo árabe de lo israelí en política exterior) y otras visitas son algunos indicadores de lo que el Gobierno tiene proyectado a este respecto. Los mismos parámetros que he mencionado en nuestra actuación exterior hacia Latinoamérica son aplicables en Oriente Próximo, sólo que aquí tenemos un inconveniente y una ventaja adicionales. El primero es que por mucho que nos esforcemos, no tendremos nunca en Oriente Próximo, por razones de historia, cultura y lengua, las mismas facilidades de presencia exterior que en Iberoamérica. La ventaja es que el Mediterráneo es clave para nosotros y para Europa y que disponemos en los países árabes de un capital político-histórico -de envergadura (aunque hasta ahora manejado principalmente demagógicamente por ambas partes) que debemos saber utilizar, sobre todo porque ahora nuestro papel está revalorizado.

Claro que para poder elaborar y desempeñar una actuación exterior española como la que estoy apuntando son necesarios los medios económicos. Porque en cualquier caso, una verdadera política exterior, sistematizada y coherente, es privilegio de las sociedades democráticas avanzadas, esto es, organizadas. En el caso de España, hemos despejado tres incógnitas funcionales sumamente importantes, pero nos queda acometer una labor esencial si deseamos que la política exterior y los intereses nacionales, en suma, la propia sociedad española, avancen, y es la de disponer de la adecuada dotación presupuestaria para que el servicio y la presencia exteriores de España funcionen. Presencia económica, comercial y financiera e influencia política están muy vinculadas en política exterior. Cuanto mayor sea la primera, más posible será la segunda. Pero, si bien la política exterior es competencia inmediata del Gobierno de la nación, la sociedad en sí misma, a la que el Gobierno representa, puede y debe jugar un papel. Si la opinión pública se convence y ayuda a convencer a los sectores más reacios, de que política exterior y sociedad nacional están íntimamente vinculadas y de que la primera no es sino el instrumento adecuado para defender los intereses, lograr las aspiraciones y transmitir los valores e ideales de la segunda, habremos dado pasos de gigante y las partidas presupuestarias vendrán por añadidura.

Emilio Menéndez del Valle es experto del PSOE en relaciones internacionales. Es actualmente embajador de España en Jordania.

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