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El mundo muerto

Ya está montado el escenario para una nueva carrera hacia la Luna.La Unión Soviética está construyendo una flota de transbordadores espaciales y, si todo va bien, lanzará el primero de ellos a comienzos de 1987. Los soviéticos disponen ya de una estación espacial elemental.

Estados Unidos está reconstruyendo su propia flota de transbordadores espaciales a la luz de las lecciones del desastre del Challenger y planificando una estación espacial bastante elaborada.

Estados Unidos ganó la primera carrera para llegar a la Luna, pero ello constituyó un verdadero tour deforce. Realizamos una serie de cortas visitas a la Luna y luego nos retiramos. La nueva carrera tendrá un premio mucho más importante que la primera. Tendrá como premio el establecimiento de una base permanente en la Luna.

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Pero, ¿por qué? La Luna es un mundo enteramente muerto, sólo un montón de rocas carentes de interés. ¿Por qué molestarse por él? Realmente, la Luna es una enorme extensión de terreno situada justamente en nuestro traspatio -sólo a tres días de camino- Su superficie tiene la misma extensión que los dos continentes americanos juntos, y el hecho de que exista produce siempre asombro. En el sistema solar hay otros seis grandes satélites, y todos ellos pertenecen a planetas gigantescos. Que un planeta pequeño como es la Tierra tenga un satélite tan grande como la Luna es algo que todavía no ha sido explicado.

Y es una buena cosa el hecho de que la Luna sea un mundo muerto. Si tuviera vida, incluso la forma de vida más simple, podíamos sentirnos obligados a dejarla intacta -para estudiar su vida y para protegerla como tratamos de proteger al cóndor de California- La luna pertenecería a su vida.

Sin embargo, tal como es, la Luna no pertenece a nadie, ni siquiera al virus más simple. Los seres humanos pueden utilizar libremente sus recursos.

Y tiene recursos. El suelo de la Luna es rico en minerales que contienen metales. El suelo lunar puede ser fundido y hacer que produzca todos los metales estructurales: hierro, aluminio, titanio, magnesio, etcétera. Con él puede hacerse cemento, hormigón, vidrio. Incluso puede considerarse como una rica fuente de oxígeno. Todos estos materiales pueden emplearse para construir estructuras en el espacio, un número infinito de estructuras.

Podríamos preguntarnos por qué tenemos que ir a la Luna para conseguir ese material. ¿Acaso no tenemos abundancia de todas esas cosas en nuestro suelo de la Tierra? Esto es cierto, pero los recursos de la Tierra pertenecen a las gentes de la Tierra, que tienen una gran necesidad de ellos y podrían no aceptar que muchos millones de toneladas de metal y de otros materiales fueran utilizados para construir estructuras en el espacio. Los recursos de la Luna son otro tema. Han estado allí sin ser utilizados durante miles de millones de años. Si ahora los utilizamos, no despojamos a nadie.

Hay otra razón para utilizar los recursos de la Luna en lugar de utilizar los de la Tierra. La Luna es un mundo más pequeño y tiene sólo una sexta parte de la gravedad que tiene la Tierra. Levantar una tonelada de material de la superficie de la Luna y lanzarla al espacio requiere sólo una pequeña parte de la energía que habría que emplear para levantar la misma tonelada desde la superficie de la Tierra.

¿Cuáles son las estructuras que podríamos construir? Para comenzar, podríamos construir plantas de energía solar en el espacio que recogieran la luz solar con un rendimiento de hasta 60 veces el de las plantas similares instaladas en la superficie terrestre. Esta energía solar puede ser irradiada a la Tierra en forma de microondas y resolver para siempre nuestros problemas energéticos.

Podríamos construir en el espacio factorías automatizadas que aprovecharan las extraordinarias propiedades espaciales (un vacío muy riguroso, gravedad cero, radiación solar energética, etcétera) para fábricar artefactos y mecanismos, y llevar a cabo procesos de un modo que no puede ser igualado en la Tierra.

Podríamos construir observatorios para investigar el universo de manera que no podemos hacerlo en la superficie terrestre, donde la atmósfera enturbia continuamente las cosas. Podríamos construir laboratorios para realizar estudios que no pueden realizarse en la superficie de la Tierra o para efectuar experimentos biológicos que podrían resultar demasiado peligrosos si se hiciesen en la Tierra.

Podríamos incluso construir ciudades artificiales en el espacio, capaz cada una de ellas de albergar 10.000 (o más) hombres, mujeres y niños.

Utilizando los recursos lunares (más algunos de la Tierra, ya que la Luna carece de los importantes elementos carbono, hidrógeno y nitrógeno), podrían construirse los inicios de una sociedad centrada en el espacio y poner los cimientos para su expansión al cinturón de asteroides, y más allá, en el siglo o dos siglos venideros.

Parece bastante seguro que los soviéticos, que han ido sostenidamente a la cabeza en la carrera espacial, están buscando algo como esto, y nosotros debemos buscarlo también. Los posibles beneficios a obtener de este ensanchamiento del espacio humano, tanto fisico como psicologico, son muchísimo más grandes que el dinero, el esfuerzo y los riesgos que supone, y no deseamos que los soviéticos los disfruten solos,.

A mí me parece, desde luego, que tampoco necesitamos adoptar una actitud de confrontación. Tanto nosotros como los soviéticos podemos avanzar con mayor rapidez si cooperamos. En realidad, la tarea de establecer la civilización en el espacio es tan enorme que debemos considerarla como un proyecto global. Tanto nosotros como los soviéticos no sólo debemos dar la bienvenida a la ayuda mutua, sino también a cualquier ayuda que pueda sernos dada por todas las demás naciones de la Tierra.

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