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El juez republicano Lawrence Walsh, designado fiscal especial del 'Irangate'

Francisco G. Basterra

Lawrence Walsh, un juez republicano de 74 años, ex presidente del Colegio de Abogados norteamericano y con 50 años de experiencia jurídica, fue designado ayer fiscal especial del Irangate. Será el encargado de investigar qué leyes se violaron y por quiénes, en la Administración o fuera de ella, en el escándalo de la venta de armas a Irán y el desvío de fondos a la contra nicaragüense, que paraliza a la presidencia de Reagan. Walsh, uno de los juristas más relevantes de EE UU, prometió ayer realizar una investigación "justa y a fondo".

Será establecido también un gran jurado. Walsh -que ha sido fiscal, juez federal, abogado privado y vicefiscal general en la Administración Eisenhower- ha recibido un mandato amplio de tres jueces federales que le permitirá investigar no sólo a Oliver North, sino a otras personas del Gobierno, en relación con la venta de armas a Jomeini -directamente desde EE UU o indirectamente, vía Israel- y con todas las operaciones relacionadas con estos suministros desde 1984. También podrá investigar la financiación de los envíos y a los intermediarios del complejo negocio, no sólo a los norteamericanos, y la desviación de fondos a cualquier persona o país extranjero, sin limitarse únicamente a Nicaragua o a la contra. Esto le permitirá indagar, si lo considera conveniente, la financiación de las guerras de liberación anticomunista en el Tercer Mundo por Reagan, ya sea en Afganistán o Angola. Tres semanas de investigaciones parlamentarias, 90 horas de testimonios y más de 30 testigos no han sido suficientes para aclarar los principales interrogantes del contragate, confirmaron ayer líderes del Congreso. Al término de la primera fase de las investigaciones, sigue sin poder establecerse si el teniente coronel Oliver North actuó o no por su cuenta; quién le autorizó a desviar fondos a la contra: cuánto dinero fue desviado realmente (ayer se afirmaba que, probablemente, entre 4 y, 10 millones de dólares,menos de lo que se pensó en un principio), y quién o quiénes recibieron esa cantidad. Comienza a dudarse de que los contras llegaran a obtener algo. Si es así, ¿quién o quiénes se quedaron con el dinero? Tampoco ha podido establecerse con absoluta certeza cuándo y de qué forma el presidente dio la luz verde para vender armas a Irán. Todas estas preguntas tendrán que ser respondidas ya en 1987, a través de los trabajos de los comités especiales, del Senado y la Cámara de Representantes, y de la investigación del fiscal especial, que sustituirá a la investigación hasta ahora realizada por el Minsiterio de Justicia y el FBI. La respuesta final puede tardar meses en producirse.

La clave del Irangate puede estar grabada en un sofisticado sistema de comunicaciones que recoge las conversaciones telefónicas y todo lo que se habla en la sala de crisis de la Casa Blanca, la situation Room, en la que Ronald Reagan y sus principales colaboradores tomaron importantes decisiones respecto a la venta de armas a Irán. Bob Woodward, uno de los dos periodistas que provocó la caída. de Richard Nixon, reveló ayer la existencia de este sistema en The Washington Post. Las cintas que grababa Nixon de todo lo que se hablaba en el despacho presidencial, activadas por la voz, fueron claves en el desenlace del Watergate.

El sistema descrito por el Post también puede grabar las conversaciones del presidente con líderes extranjeros y permite guardar los mensajes y documentos de las terminales de ordenadores del Consejo de Seguridad Nacional. El moderno equipo de comunicaciones y grabación fue instalado tras el atentado sufrido por Reagan, en 1981, cuando se produjo la polémica sobre la actuación del entonces secretario de Estado, Alexander Haig, que afirmó, inconstitucionalmente, que asumía el poder durante unas horas. La escena se desarrolló en la situation Room, en el sótano de la Casa Blanca, donde se celebran las reuniones del Consejo de Seguridad Nacional y adonde acuden los líderes de EE UU en caso de crisis internacional. La Casa Blanca calificó de "totalmente desproporcionadas" las informaciones del periódico norteamericano sobre el citado sistema de comunicaciones.

El futuro de Casey

El futuro del director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), William Casey, al que el jueves le fue extirpado un tumor canceroso del lado izquierdo del cerebro, es incierto, a pesar de que los médicos estiman que podrá realizar una vida normal y que su cáncer es "tratable". Miembros de la Administración dudan de que el primer espía del país, que, además de dirigir la CIA, coordina todas las agencias dedicadas al espionaje, la DIA (militar) y la National Security Agency (dedicada al espionaje electrónico), pueda volver a dirigir la Agencia Central de Inteligencia. Reagan hizo público ayer un comunicado muy elogioso de su íntimo amigo Casey y explicó que la CIA continuar: funcionando "bajo los cuidadosos procedimientos que Bill diseñó con vistas a su incapacidad temporal". Robert Gates, de 43 años un hombre partidario de las acciones encubiertas y un veterano de la CIA, está dirigiendo interinamente la agencia desde que el lunes fue internado Casey en el hospital, días después de sufrir unos duros interrogatorios en el Congreso y 24 horas antes de tener que volver a testificar en relación con el Irangate. El presidente del Comité de Inteligencia del Senado, Dave: Durenberger, afirma que continúa siendo "muy importante" el testimonio de Casey para llegar al fondo de la cuestión. La impresión general es que el director de la CIA sabe mucho más de lo que afirma y, antes de si operación, era unánime la petición de que fuera destituido de su cargo.

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