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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Cifras y cábalas

LAS NUEVAS y negativas cifras de parados registrados en las oficinas de empleo contrastan con el relativo optimismo que se desprende del informe de coyuntura del Banco de España. El desempleo se cifra al término del mes de noviembre en 2.867.088 personas, 82.556 más que en octubre y un 5,23% más que en noviembre del año pasado. Paralelamente a ello el informe de coyuntura del Banco de España asegura que el crecimiento de la economía española en 1986 será del orden del 3%: medio punto menos de lo que el Gobierno preveía hace tan sólo unas semanas. Este crecimiento es similar en su resultado al que registrarán los principales países europeos, pero no en las causas que lo originan. En España, el crecimiento de la demanda interna alcanzará cinco puntos porcentuales, mientras que la aportación negativa del sector exterior será de dos puntos. Esta evolución se debe fundamentalmente a la apreciación de la peseta en términos reales y a la reducción de aranceles frente al resto de los países que integran la Comunidad Europea. Según el Banco de España, el crecimiento del consumo interior será de un 3,8% en términos reales, lo cual parecería echar por tierra las afirmaciones de que el poder adquisitivo de los asalariados se ha reducido en 1986. Hay que oponer, sin embargo, a esta idea de que los salarlos reales han crecido globalmente y ello es causa del incremento en el consumo interior, un par de matizaciones. De un lado, el incremento del consumo puede haberse hecho, en amplios niveles de clase media a costa del ahorro o dilatando el endeudamiento. De otro, cada vez más la coyuntura tiende a la configuración de una economía dual con sociedades y asalariados beneficiados por la reactivación y grupos empresariales y sociales que se adaptan mal a los cambios y profundizan así su crisis. En cuanto al consumo público, con un 3,5% de crecimiento, indica a las claras el insuficiente control que la Administración ejerce sobre sus gastos corrientes.Con todo, lo que resulta espectacular en el imforme que comentamos es el crecimiento de la inversión, tanto en el apartado de la construcción (6%) como en el de los bienes de equipo (12,2%). En los dos últimos años, los gastos correspondientes a este apartado, se dice, han crecido más de un 25%, lo que indica la existencia de un esfuerzo considerable de renovación del equipo productivo, y constituye en último término la mejor garantía de conservación de puestos de trabajo.

Las cosas, no obstante, se han torcido en el sector exterior. Las exportaciones de mercancías han retrocedido más de un 7% en términos reales, mientras que las importaciones han aumentado en un 12%. Esta divergencia ha originado un fuerte deterioro del sector exterior, compatible, sin embargo, con la existencia de un excedente en la balanza por cuenta corriente como consecuencia de la caída de los precios del petróleo y del excelente año turístico.

Por interesantes que resulten estos análisis, conviene interpretarlos con precaución a causa del lamentable estado del aparato estadístico oficial. El informe habla de "la poca fiabilidad que merece la evolución del índice de producción industrial", de que "la falta de información directa y los notables y crecientes retrasos de las pocas fuentes disponibles dificultan los intentos de estimaciones precisas" y de que "los datos mensuales del índice de producción industrial se ven sometidos a fuertes revisiones". Si a eso se añade que el último índice publicado data del mes de junio, se tendrá una idea cabal de lo aventurado que resulta afirmar algo sobre lo que está sucediendo en la economía española.

Seguir la coyuntura económica en España se convierte así en un trabajo de detective en el que la inducción, a partir de datos escasos, tardíos y contradictorios, desempeña un papel esencial. Los misterios abundan: aún no se ha aclarado dónde están los 140.000 nuevos puestos de trabajo que, según la Encuesta de población activa, se crearon en 1985; aparentemente, no figuran en las plantillas del sector público, al menos al decir de Hacienda. Quien quiera tener una idea de la evolución del comercio exterior deberá construirse su propio índice, y así sucesivamente.

Hasta ahora, la única idea nueva, afortunadamente desechada, que la Administración ha producido en este terreno ha consistido en proponer la transformación del Instituto Nacional de Estadística en un organismo autónomo. Por lo demás, tampoco hacen falta muchas ideas. Basta proporcionar cuanto antes a los usuarios un flujo de estadísticas adecuado y fiable. Algo que repetidamente se reclama, que de cuando en cuando se promete y que nunca se lleva a cabo.

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