Soyinka evoca a Palme en la entrega de los Nobel
Tres físicos, tres químicos, dos investigadores en Medicina, un escritor y un economista recibieron ayer en Estocolmo los correspondientes premios Nobel 1986, adjudicados en mérito a sus relevantes trabajos en cada una de las disciplinas mencionadas. Al mediodía, una ceremonia similar se celebró en el aula magna de la universidad de Oslo, donde el Premio Nobel de la Paz fue entregado a Elie Wiesel, escritor judío superviviente de los campos de concentración de la Alemania nazi, por su lucha en defensa de los derechos humanos, reflejada no solamente en sus obras literarias, sino también en su compromiso en la vida real. Wole Soyinka, Nobel de Literatura, evocó en su intervención a Olof Palme, primer ministro sueco asesinado este año.
La ceremonia celebrada en la Casa de Conciertos de Estocolmo transcurrió con normalidad, aunque en medio de excepcionales medidas de seguridad que incluyeron hasta la identificación de los propios laureados antes de ingresar en la sala. El recuerdo del asesinato de Olof Palme, presente en el recuerdo del pueblo sueco y en la evocación conmovida de Wole Soyinka durante su discurso ante la Academia sueca, hizo extremar este año las precauciones en previsión de cualquier contingencia inesperada.En la sala, presidida por el busto que honra la memoria de Alfred Nobel, inventor de la dinamita y creador de los premios que llevan su nombre (y de los medios financieros que permiten su cuantiosa dotación anual de más de 35 millones de pesetas), estuvieron presentes, además de los laureados, la familia real, encabezada por el rey Carlos Gustavo y la reina Silvia, cuerpo diplomático, figuras del Gobierno y la cultura de Suecia e invitados especiales que asistieron a la entrega de los galardones.
Trasfondo político
Dos personalidades entre los diez premiados han cosechado este año las más calurosas demostraciones de simpatía: el nigeriano Soyinka y la italiana Rita Levi Montalcini.
El primero, conocido en los círculos culturales de Suecia por su labor literaria, pero no demasiado fuera de ellos, porque es la primera vez que un representante del continente negro es objeto de la distinción de un premio Nobel. Pero fundamentalmente por que se le identifica, por su obra y su compromiso en la realidad con el sufrimiento y la lucha que millones de africanos libran contra el régimen inhumano del apartheid. Su elección ha tenido un innegable significado político al margen de los valores literarios de la obra de Soyinka.
Rita Levi Montalcini, única mujer premiada este año y la cuarta que recibe el premio de Medicina, recibió grandes muestras de simpatía porque además de ser una personalidad sumamente atrayente, tiene tras de sí también un pasado de persecuciones por su origen judío en la época del fascismo en su país Sólo mediante una enorme dosis de voluntad y de vocación científica pudo esta mujer menuda y vivaz superar las condiciones en que debió vivir en una época especialmente apamarga para su país.
En medio de esas dificultades, llevó adelante sus investigaciones. Se le ha mencionado como una especie de Ana Frank italiana, que en vez de llevar un diario de sus sufrimientos, dedicó todo su esfuerzo a investigar en el campo de sus intereses científicos.
Ernst Ruska y Gerd Birming, de Alemania Occidental, y Heinrich Rolirer, de Suiza, destinatarios del Premio de Física por la construcción del primer microscopio electrónico, el primero, y por la del microscopio de efecto túnel, los segundos, fueron los primeros en ser llamados a recibir el premio una vez que el presidente de la fundación Nobel, profesor Sune Bergstrom, abrió el acto con palabras de bienvenida a los laureados.
El profesor Sven Johansson, de la Real Academia de Ciencias, hizo la presentación de los laureados reseñando someramente la importancia de sus trabajos realizados.
Los químicos
Los tres químicos premiados fueron el norteamericano Dudley Herschbach, el chino de Taiwan, Yuan Lee, y el canadiense John Olanyi, el cuarto de su país que recibe un Premio Nobel. La presentación de los laureados y la importancia de sus aportaciones en el campo de la química estuvo a cargo del profesor Sture Forsen.
Tras una pausa musical a cargo de la Orquesta Filarmónica de Estocolmo, correspondió el turno a los laureados en Medicina, el norteamericano Stanley Cohen y la mencionada Rita Levi Montalcini. La profesora Kerstin Hall, de la asamblea Nobel del Instituto Carolino, destacó la importancia de las investigaciones de los científicos mencionados en el campo de los llamados factores de crecimiento.
Sin frac
El nigeriano Wole Soyinka, el único que prescindió del frac y usó en cambio un traje típico de su país, tal como lo hiciera en su oportunidad otro Premio Nobel de Literatura, el colombiano Gabriel García Márquez, fue el penúltimo de los laureados en ser llamado a recibir el premio. Tal como sucedió con su predecesora, la italiana Rita Levi Montalcini, una cerrada ovación rubricó el momento en que el Rey le hizo entrega del premio.
Lars Gyllensten, miembro de la Academia sueca y secretario permanente de la misma hasta este año, hizo la presentación de la obra del escritor nigeriano destacando su enorme contribución al realizar una síntesis entre la herencia cultural de sus antepasados, los viejos mitos y tradiciones africanos, con la cultura europea.
El académico sueco destacó asimismo su maestría en el manejo del lenguaje, su enorme fuerza creativa y sus condiciones de poeta y autor teatral.
El último en recibir el premio fue el economista norteamericano James McGill Buchanan, quien se hizo acreedor de la distinción instituida en 1969 por el Banco Nacional de Suecia, para honrar la memoria de Alfred Nobel.
Finalizada la ceremonia de entrega, premiados, familiares y amigos se confundieron en abrazos y felicitaciones y la solemnidad de la sala dio paso a una informal exteriorización de sentimientos.
En el salón azul del ayuntamiento de Estocolmo se celebró la cena y el baile con que finaliza el día Nobel.
Babelia
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