Experimentos para mil melodías
Cualquier composición de soul, de gospel, de jazz melódico o de fusión de estilos puede escucharse en la voz científica y pasional de Carmel, acompañada de sus dos músicos rítmicos, magistrales e imprescindibles, Jim Paris y Gerry Darby. "Bienvenidos", saludó la intérprete irlandesa al público madrileño, "a nuestro país de la música".Ella aprendió a cantar en coros religiosos, donde contrajo la emotividad, la técnica y los gestos de las cantantes más típicas del gospel. Tiene la voz rubia y se apoya en ritmos africanos.
Los espectadores se deleitaron con las piezas tranquilas y sensuales, anunciadas por la artista principal con muestras muy cariñosas, y se animaron con las canciones más plenas de swing; en éstas Carmel llega a estremecer por su garra y aptitud artísticas peculiares.
Concierto de Carmel
Carmel McCourt, voz; Jim Paris, bajo Serry Darby, batería; Paul Baylis, saxo; Hugo Delmirani; Ayinde Folariu, Favaz Virji y Barbara Snow, vientos. (94 minutos.) Sala Astoria, Madrid, 4 de diciembre.
Vocalista blanca, de acentos negros, se arriesga sobre todo en directo, en la dificil aventura del arte abierto a cualquier hallazgo sorprendente. Presenta cada tema y los llama experimentos porque busca, prueba, sobre melodías ya inventadas, ajenas, como It's all in the game, de The Four Tops, o Tracks of my tears, de Smokey Robinson, o propias, caso de Sally, su último sencillo, el mejor recibido entre los asistentes.
Juegos
En Sally el saxo se alterna con la voz en melodía juguetona y contagiosa, tanto como el ritmo salsero de base. Se combinan en este concierto los sonidos acústicos, de congas y contrabajo, con los eléctricos, de sintetizador y órgano orquestales, y metálicos, los bombos de la batería, que también es acústica.Jim Paris toca el contrabajo con emoción concentrada, empieza y acaba varios temas, se convierte en protagonista instantáneo del recital. Igual que Gerry Darby, el batería. Carmel crea en profundo sentimiento y explora sin limitaciones, ayudado de una orquesta idónea de vientos, saxos o flauta travesera o trompeta. Y todo fue bien sonorizado desde la mesa.
En Carmel la calidad y el éxito terminarán por encontrarse y sólo hay que desear que tan prodigioso hábito de hallar sensaciones musicales diferentes no se agote en favor de cautivar a un mayor número de públicos. Sucede que Carmel también alcanza el rock and roll, a través del sendero, cálido y rabioso, del rhythm and blues.