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ESCÁNDALO EN WASHINGTON

Demasiadas semejanzas con el Watergate

Reagan ha pedido consejo al ex presidente Nixon

Francisco G. Basterra

F.G.B., El fantasma del Watergate recorre Washington a medida que la revelaciones del escándalo iraní ofrecen semejanzas con la crisis que provocó, hace 12 años, la caída de Richard Nixon. El calvario de Ronald Reagan se ha iniciado también con una operación de fontaneros de bajo rango. Como entonces, la Casa Blanca ha aceptado el nombramiento de un fiscal especial; se habla también de documentos destruidos (Nixon destruyó cintas magnetofónicas); el escándalo afecta asimismo a los asesores cercanos del presidente, y, al igual que hizo Nixon en los años setenta, Reagan culpa a la Prensa de lo sucedido.

Exactamente igual que hace más de una década, el Congreso inicia una serie de investigaciones con interrogatorios a miembros de la Administración. Y también se pide una comisión especial parlamentaria que repita los pasos dados para aclarar el Watergate.Esto explica que la mayoría de los norteamericanos (en una relación de tres a uno) crea que la Administración de Reagan está encubriendo los hechos y que, incluso, piense que la crisis es tan seria como la del Watergate, cuando todo comenzó con un robo digno tan solo de las páginas de sucesos. Para confundir más las dos historias, la pasada semana -el sábado, la última vez- Reagan telefoneó a Nixon, resucitado históricamente para los norteamericanos, para pedirle consejo. El ex presidente, que al igual que Reagan hace dos años había obtenido una reelección histórica en 1972, perdiendo sólo un Estado, recomienda a su sucesor que cuente todo cuanto antes y haga una limpieza rápida de altos cargos.

Para que no falte nada en la preocupante relación de coincidencias entre los dos escándalos, ladrones desconocidos entraron el pasado fin de semana en las oficinas del International Center for Development Policy, en Washington, en busca de documentos. Este centro de investigación se opone a la política de apoyo a la contra y lo dirige Robert White, ex embajador de EE UU en El Salvador. White cree que los contras son una tapadera para la CIA. "La Agencia es la que va a derrocar a los sandinistas, no. los rebeldes". Los asaltantes se llevaron un documento con instrucciones para la tripulación de un avión de Southern Air Transport (compañía utilizada por la CIA y Oliver North) para realizar una misión de suministro de armas a los rebeldes. White piensa que personas próximas a la contra o a la Administración pueden estar implicadas.

De nada sirven las explicaciones oficiales que insisten en las diferencias entre ambos casos. Entonces fue una cuestión de política interna la que abrió el escándalo: el robo en las oficinas del comité nacional del Partido Demócrata en el edificio Watergate de Washington, en junio de 1972. Era una operación de espionaje a la oposición, con participación de oscuros personajes en la nómina de la Casa Blanca, autorizados por el ex fiscal general John Mitchell. Ahora se trata de un desliz en nombre de intereses de política exterior: abrirse a los moderados en Irán y rescatar rehenes americanos. Pero también esta vez aparecen sombríos escuderos del presidente, como el teniente coronel Oliver North, que recuerda mucho al conspirador Gordon Liddy, el autor de la idea de entrar en el Watergate y que, al igual que entonces, insisten en la lealtad al presidente por encima de la ley.

¿Qué sabe el presidente?

Bien es cierto que esta vez Ronald Reagan se ha adelantado y ha revelado al menos parte de la operación clandestina, él afirma que todo lo que sabe hasta ahora. También ha aceptado el nombramiento de un fiscal especial, ha nombrado un comité de investigación del Consejo de Seguridad Nacional y ha abierto una investigación criminal a cargo de su ministro de Justicia. Pero la pregunta es la misma que en 1972: ¿qué sabía el presidente del desvío a la contra de dinero procedente de las armas enviadas a Irán y desde cuándo lo sabía?

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Nadie cree aún, nadie lo desea, aunque los demócratas hablan de la posibilidad de que la presidencia resulte destruida, que Reagan tenga que dejar la Casa Blanca por este escándalo. Nixon tuvo que abandonar el cargo amenazado de procesamiento por el Congreso, acusado de obstrucción a la justicia y abuso de poder. Algunos de sus más próximos colaboradores, como John Erlichman o H. R. Haldeman, su jefe de Gabinete (el Donald Regan del presidente), tuvieron menos suerte y fueron a la cárcel.

El ambiente en Washington es parecido y, otra vez, The Washington Post ha sido el que primero ha destapado el escándalo y el que mejor lo está siguiendo. Incluso uno de los dos periodistas que destrozaron al presidente, obteniendo el Premio Pulitzer por su labor, Bob Woodward, está publicando exclusivas casi diarias en primera página. En 1974, Richard Nixon afirmaba: "Nunca he visto una información más injuriosa, viciosa y distorsionada". Ahora, Reagan habla de la "gran irresponsabilidad" de los medios de comunicación y se refiere a los periódicos como "tiburones dando vueltas con sangre en el agua".

El republicano Robert Dole le recordó el lunes a Donald Regan, el hombre que manda en la Casa Blanca, la conversación que un asesor de Nixon, Bryce Harlow, tuvo hace 14 años con el presidente, cuando los fontaneros a sueldo cubanos fueron cogidos en el interior del Watergate. "No se preocupe, señor presidente, esto es una historia de tres días".

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