"¿Qué tengo que decir?"
Los acontecimientos que han rodeado el escándalo de la conexión iraní revelan cuán desligado está Ronald Reagan de las operaciones específicas de su Administración: un director ejecutivo que no sólo está desinformado, sino que elige no saber lo que se hace en su nombre. Para muchos de los que están a su lado la sorpresa no es que esto haya pasado, sino qué no pasaría antes. La frase "Reagan no es un hombre de detalles" es un tópico entre los reaganistas.Su jornada de trabajo comienza a las 7.30 con algunas entrevistas y la lectura de los diarios mientras desayuna. Las reuniones con sus principales asesores son diarias y no suelen durar más de 30 minutos, durante los cuales Reagan habitualmente se mantiene callado. Casi siempre sigue una reunión con los miembros del Consejo Nacional de Seguridad (CNS), que en general es más corta aún. Cuando asiste a reuniones más largas y complejas, lo normal es que Reagan no haga preguntas de ninguna clase, salvo la siguiente: .¿Qué es lo que tengo que decir?".
Copyright
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.