Un 'pacto de gobernabilidad' interrumpe la guerra en Filipinas
La firma de un alto el fuego con la guerrilla comunista del Nuevo Ejército del Pueblo (NPA) es un éxito personal de la presidenta filipina, Corazón Aquino, que ha sabido vencer la resistencia de las dos partes para lograr detener temporalmente una guerra que causa entre 5.000 y 8.000 muertos al año. Las fuerzas armadas han tenido desde el comienzo de las negociaciones, en agosto pasado, una actitud hostil a la iniciativa. Sólo una decisión difícil y controvertida de Aquino, alejando del Gobierno al representante del sector militar más duro, el ex ministro de Defensa Juan Ponce Enrile, y llegando a un pacto de gobernabilidad con el jefe del Estado Mayor, general Fidel Ramos, le ha permitido dar un paso que hasta ayer parecía utópico a la mayoría de los filipinos.
Las negociaciones han sido torpedeadas continuamente desde su nacimiento, pero las principales zancadillas fueron la detención, en septiembre pasado, de Rodolfo Salas, a quien se considera líder del NPA y presidente del Partido Comunista de Filipinas (PCP), y el asesinato, hace dos semanas, de Rolando Olalia, líder de un sindicato y un partido político nacidos a la luz del PCP. Pero la voluntad de la presidenta de conseguir un acuerdo que era la esencia del programa de reconciliación nacional con el que llegó al Gobierno hace 10 meses se ha demostrado superior a todos los obstáculos, y su tenacidad dio frutos justo el día de ayer, en el que su asesinado es poso, Benigno Aquino, habría cumplido 54 años. Qué es lo que Aquino ha entregado a cada parte para obligarles a firmar un documento de cese de hostilidades es algo todavía difícil de saber, pero lo conseguido parece, por el momento, más de lo pagado a cambio, aunque se acepte, como algunos medios políticos opinan, que Aquino ha dado al Ejército un papel más importante en el Gobierno y, al Partido Comunista, la cabeza de Ponce Enrile.
Desde el próximo 10 de diciembre, una guerrilla con 23.200 hombres (según dijo el mes pasa do el general Ramos) o 10.000 (según los propios rebeldes dije ron recientemente en una conferencia de prensa secreta en Manila) silenciará las armas e iniciará negociaciones para abandonar definitivamente la lucha armada y participar en la vida política.
El origen del NPA se remonta a las guerrillas filipinas que combatieron contra los japoneses en los años cincuenta. De ellas salió el primer grupo comunista semiorganizado que existía en el país. Años más tarde, en 1968, un grupo de jóvenes intelectuales encabezados por el poeta José María Sison fundó el Partido Comunísta de Filipinas y, meses después, otro de esos jóvenes radicales, Bernabé Buscayno, anunció que 60 guerrilleros armados con 36 fusiles habían creado el NPA. Ver, como se vio ayer, a Buscayno -liberado de las cárceles de Marcos, igual que Sison, el pasado mes de febrero cuando se inició el Gobierno del poder popular- reunido con el nuevo ministro de Defensa, Rafael lleto, constituye un hito difícil de creer en Filipinas.
El NPA creció en forma controlable hasta 1972, cuando el dictador Ferdinand Marcos declaró la ley marcial y el Ejército tuvo que diversificar sus esfuerzos y mandar tropas a la isla de Mindanao, en el sur del país, donde la guerrilla musulmana del Frente Moro de Liberación Nacional (FMLN) amenazaba entonces con declarar independiente esa región. El NPA se convirtió desde entonces en un verdadero poder dentro de Filipinas y en uno de los grupos guerrilleros más poderosos de Asia.
El momento de mayor reclutamiento por parte de la guerrilla comunista se produjo, sin embargo, según fuentes diplomáticas, desde 1981 hasta principios de este año, cuando la descomposición de la dictadura era ya evidente y se acentuó la represión contra todos los sectores de la sociedad filipina.
Lo que hace al NPA más peligroso a los ojos de los militares es su capacidad de influencia entre la población a través de diversas organizaciones con un tronco común. Además de los guerrilleros, actúa en Filipinas el propio PCP; el Frente Democrático Nacional (FDN), una coalición amplia: en la que tienen cabida organizaciones no comunistas pero que está considerada como paraguas de los guerrilleros; y un partido legal de reciente creación, el Partido NG Bayan (Partido del Pueblo), en el que ahora militan Buscayno y Sison. Además, el considerado como primer sindicato del país, el Kilusang Mayo Uno (Movimiento Uno de Mayo), está también dirigido por personas que se cree que están conectadas, en mayor o menor medida con el partido comunista, que sigue siendo ilegal.
Según cálculos de fuentes diplomáticas norteamericanas, alrededor de un millón de personas respaldan actualmente al PCP y a sus distintas organizaciones fraternas.
Los expertos no se ponen de acuerdo hasta el momento sobre la ideología que actualmente domina en el comunismo filipino, aunque todos parecen inclinarse a pensar que la dirección del PCP está orientada hacía una forma de comunismo racional, que internacionalmente podría equipararse tal vez con la guerrilla vietnamita de la guerra contra Estados Unidos. Nacido y desarrollado en la órbita del maoísmo, el PCP tuvo en sus primeros años buenas relaciones con el Gobierno de China, que llegó a concederle algún tipo de abastecimiento. Los lazos se rompieron, sin embargo, hace ya muchos años, y no parece que el debate interno del comunismo chino se haya trasladado al PCP.
Tampoco se le conocen actualmente relaciones con la Unión Soviética, cuyos líderes han declarado en varias ocasiones que no apoyan ni política ni militarmente a la guerrilla filipina. Tanto fuentes militares como otras próximas a la guerrilla coinciden en que el NPA no recibe ningún tipo de ayuda material extranjera y que sus armas, fundamentalmente fusiles M-16, son los que arrebatan al Ejército en los enfrentamientos. Nunca se les ha visto, por lo demás, combatir con cohetes o material militar más avanzado.
El NPA es básicamente, ajuicio de los expertos, un grupo desideologizado. En sus filas hay, tanto campesinos que huyen de la miseria como personas que buscan venganza por las atrocidades cometidas por los militares con sus familias o jóvenes idealistas que buscan una vía de liberación nacional para un país sometido siempre a la dominación extranjera, española primero, norteamericana después. Su estrategia es elementalmente maoísta, destinada a la toma del poder mediante la guerra popular prolongada y una táctica envolvente del campo a la ciudad.
Su trabajo se ha centrado durante estos años en las zonas rurales, donde ocupa pueblos y explica sus teorías entre los campesinos. En alguna ocasión la guerrilla ha dicho que tiene como zonas liberadas al 20% de las regiones agrarias de la isla de Luzón, la mayor del país, pero el Ejército nunca ha aceptado esta cifra. En el último año ha crecido la preocupación militar porque la actividad del NPA se ha desarrollado más cerca de Manila. Actualmente se libran con frecuencia combates a un centenar de kilómetros de la capital y se han detectado comandos del NPA a 20 kilómetros de Manila.
Pese a todo esto, fuentes independientes estiman que la amenaza de la guerrilla comunista no es tan grande como el Ejército dice para justificar una política de dureza contra los alzados en armas, y creen que tendrían que pasar muchos años hasta que el NPA fuera capaz de tomar el poder por las armas.
Las dos guerrillas menores
Muy lejos de la fuerza demostrada por el NPA se encuentran el Frente Moro de Liberación Nacional (FMLN), de mayoría musulmana y que actúa exclusivamente en la isla de Mindanao, y el Ejército de Liberación del Pueblo de la Cordillera (CPLA), dirigido por el ex sacerdote Conrado BaIweg. Con ambos, el Gobierno ha firmado ya acuerdo de alto el fuego y acaba de iniciar esta semana negociaciones para un definitivo fin de las hostilidades. El FLNM exigía un Estado independiente para Mindanao y pide ahora una zona autónoma que pueda ser gobernada por los musulmanes.El FMLN ha tenido siempre apoyo de países árabes -libio antes y saudí ahora- y sus problemas son tratados en la Conferencia Islámica, que ha actuado frecuentemente como intermediario con el Gobierno.
El CPLA es un grupo minoritario, nacionalista de extrema izquierda, de orientación antiimperialista y anticolonialista y que intenta conseguir una zona liberada en las montañas del norte de Luzón.
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