Cuarto y mitad de Tunders
Recuerde el lector si alguna vez se ha encontrado en tertulia tranquila y amena con varios amigos en un bar o lugar de recreo, y de repente un momento tan feliz se ha interrumpido por los desvaríos y lucubraciones etílicas de un conocido que al principio parece gracioso, y luego, más insistente, acaba con la dicha y, lo que es peor, con la paciencia de todos. Así, como ese pesado, mareado y baboso, se comportó Johnny Thunders en su última visita -sí, porque debería ser la última- a un escenario madrileño,Quien brilló con los New York Dolls, alocados y anárquicos, en los primeros años setenta, y después se unió al clan punky con Sex Pistols, The Damned y demás, provocó pitidos y abucheos de sus seguidores en la capital española. Muchos de ellos, fieles al rock centramínico, necesitados de descarga rítmica y guitarrera, hubieron de contentarse con escasos destellos del talento y la disposición rockera que Johnny Thunders aún retiene en directo.
Concierto de Johnny Thunders y banda
(118 minutos.) Johnny Thunders, voz y guitarra; Jerry Nolan, batería; Glenn Matlock, bajo, y Barry Jones, guitarra. Sala Astoria. Madrid, 6 de noviembre.
En los primeros temas que interpretó, desde el instrumental Pipeline, apenas molestó que la banda no hubiese probado sonido, porque no faltó garra en su propósito. Johnny Thunders, que no dejaba de fumar cigarrillos en el escenario, llegó a pedir una y otra vez que algún espectador le entregase algún canuto.
También se quejó con palabrotas de los técnicos de sonido y de iluminación, y retó a un asistente anónimo que le había lanzado un vaso lleno cuando Thunders, agarrado a una guitarra acústica, insistía en imitar la forma de tocar y de actuar de Bob Dylan.
Chaqueta blanca
Johnny Thunders se enfadaba y abandonaba el escenario, mientras sus compañeros de actuación, desconcertados pero no sorprendidos, se distraían con más piezas instrumentales para salir del paso hasta que el antagonista de la velada regresaba de nuevo, esta vez con una chaqueta blanca en lugar de la rosa que llevaba puesta cinco minutos antes.
Cortaba una canción a la mitad para iniciar otra a su antojo y lograba satisfacer momentáneamente a los asistentes con recuerdos como Personality crisis, de los Dolls; Too much junkie business, Chinese rocks y su muy conocido Born to lose, de los Heartbreakers. Pero siempre recaía en su actitud agobiante y repetía bromas como la de terminar un tema con la música de la serie Bonanza, o destrozaba el clásico Midnight hour.
Johnny Thunders, pasado de rosca en su actuación en la sala Astoria, no se cree el presente. Y alguien que allí había aguantado las dos horas se quejaba al final: "He pagado 2.200 pelas y sólo me han dado cuarto y mitad de Thunders".
Babelia
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