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Tribuna:EL DOCUMENTO DEL VATICANO SOBRE LOS HOMOSEXUALES
Tribuna
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¿Anatema cristiano?

Para estar más seguros vamos a apoyarnos en la sólida doctrina del.propio cardenal Ratzinger, que siendo profesor de Teología en Tubinga publicó -en 1969 un libro titulado El nuevo pueblo de Dios (traducción española por Herder, Barcelona, 1972). Allí nos dice el entonces profesor de Teología que el magisterio de la Iglesia tiene tres planos: el ordinario (de cada obispo en su diócesis), ordinario y universal (predicación unánime de los obispos unidos con el Papa) y extraordinario, el cual a su vez se subdivi de en: a) el Concilio, y b) el Papa cuando habla ex cathedra. El do cumento que nos ocupa no encaja en ninguno de estos apartados, sino en una especie de norma que el Papa y su curia ofrecen a -los obispos para su consideración y aceptación.El mismo Ratzinger, se atreve a poner en entredicho la que él llama "teología de encíclicas", o sea . una forma de teología en que la tradición parecía lentamente estrecharse a la s últimas manifestaciones del magisterio papal". Por tanto, no se trata de una palabra definitiva o definitoria; incluso, según la jerarquización que propone Ratzinger, estetipo de magisterio ordinario del Papa está por debajo del magisterio ordinario y universal.

Todo esto quieire decir que las enseñanzas de la Congregación para la Doctrina de la Fe han de ser leídas con mucho respeto por los fieles, sobre todo por los teólogos, pero que no por eso se han de acabar las investigaciones que en torno al problema de la homosexualidad y de su tratamiento pastoral se vienen. haciendo con la aport *ación de obispos, teólogos y expertos científicos.

Una primera lectura del d¿cumento obliga a los teólogos -sobre todo a los exegetas- a hacer puntuaiizaciones sobre ciertas interpretaciones que en orden ala homosexualidad se dan en el citado documento. Por lo que se refiere al Antiguo Testamento, hay que reconocer que muchas prácticas y, costumbres rituales estaban prohibidas en Israel simplemente por considerar que pertenecían específicamente a los cultos extranjeros. Y así, la cita que del libro del Levítico hace el documento tendría que tener en cue ' nta que allí la actividad homosexual entre varones se prohíbe por los mismos motivos que en,el Deuteronomio y en los Libros de los Reyes. Es una "abominación" a causa de sus vinculaciones con los ritos cananeos de fecundidad.

La condena dela homosexualidad en el Levítico no supone un juicio ético. La homosexualidad se condena en este caso por razón de sus vinculaciones con la idolatría.

La referencia a Sodoma y Gomorra requiere también una seria revisión a fondo. Para mejor entenderlo hay que tener en cuenta que cuando el Antiguo Testamento alude a la iniquidad de Sodoma nunca la identifica con prácticas homosexuales. Para Isaías consistió en su injusticía (Is. 1,10; 3,9), para Jeremías fue el adulterio, la mentira y la falta de arrepentimiento (Jr. 23,14), para Ezequiel, "la soberbia, la hartura de pan y el bienestar apacible", junto con el hechode "no dar una mano al de sgraciado y al pobre" (Ez. 16,49). La literatura sapiencial del Antiguo Testamento dice que Sodoma se caracterizó por la insensatez, el orgullo y la falta de hospitalidad (Sab. 10,8; 19,14; Eclo. 16,8). En el Nuevo Testamento aparece Jesús aludiendo a la maldad proverbial en Sodoma y a su castigo, pero sin especificar la naturaleza exacta de su pecado (Mt. 10,1415; 11,23-24; Lc. 10,12; 17, 29). No se establece. conexión alguna con la sexualidad, y mucho menos con las prácticas- homosexuales.

Hasta los libros tardíos del Nuevo Testamento, como Judas y 2 Pedro, no aparece en la Biblia ninguna conexión explícita entre Sodoma y la sexualidad (Jud. 6- -7; 2 Pe. 2,4; 6-10). Filón de Alejandría (entre los años 13 y 50 después de Cristo) parece ser el' primer autor que conecta explícitamente el pecado de Sodoma con la homosexualidad.

La cita de san Pablo (1 Cor. 6,9-10; 1 Tim. 1,9-10) ha de ser leída en su propio contexto histórico. San Pablo fue contemporáneo de Petronio, cuyo Satiricón, junto con los escritos de Juvenal y Marcial, presenta una descripción bochornosa de la vida pagana en el siglo I. La pederastia, el rapto de niños y la seducción de menores eran cosa corriente. Los heterosexuales practicaban ocasionalmente la homosexualidad para divertirse. La violencia iba unida a toda clase de perversiones y posibilidades de deshumanización. Ante semejante dégeneracion, un judío helenista comosan Pablo no podía menos que sentir una enorme repugnancia.

Vida sexual

Pero de aquí no podemos elevarnos a la situación risica en sí. Los hombres de ciencia todavía no han dicho su última palabra sobre este fenómeno, pero sí han indicado que en muchos casos no se trata de ninguna perversión ni desviación de la naturaleza, sino de otra manifestación de la vida sexual, que es minoritaria. El porcentaje, que por ahora, a pesar de las dificultades, se estima es del 5%. Todo esto quiere decir que no podemos tampoco apoyarnos en la naturaleza para hacer un juicio ético. -

En una palabra: el documenio de la Congregación para la Doctrina de la Fe no cierra la investigación ni resuelve el problema. Para hacer un juicio de él y de su valor de obligatoriedad hay que examinar las razones que dé, ya que allí no se intenta definir una cuestión, sino sólo iluminarla a la luz de la razón, de la ciencia y de la revelación. Pues bien, ya vemos cómo la razón y la ciencia no condenan un fenómeno que estiman fruto de una orientación de la naturaleza. Por su parte, los textos bíblicos aducidos requieren otra lectura, que no lleva al planteamiento del problema homosexual.

Como es natural, los católicos reciben con obsequiosa obediencia este documento del magisterio eclesiástico, pero no pueden ni deben darle más valor que el que tiene: un instrumento válido de trabajo para seguir en la búsqueda de este dificil problema que es la atención pastoral a los fieles católicos que sean sujetos de esta inevitable realidad ,sexual.

José María González Ruiz es teólogo.

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