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EE UU pretende que el Papa no condene la 'guerra de las galaxias'

Juan Arias

Estados Unidos está preocupado a causa de que Juan Pablo II pueda pronunciar en este momento una condena contra la guerra de las galaxias que turbe su difícil diálogo con la URSS. Así lo indica la insistencia demostrada por el secretario de Defensa norteamericano, Caspar Weinberger, para ser recibido por el papa Wojtyla días atrás.

La Santa Sede hizo saber a Weinberger que el Papa podía recibirle sólo después del encuentro ecuménico de Asís a favor de la paz. Pero, precisamente, la preocupación del secretario de Defensa era que en aquella ocasión Juan Pablo II pudiera pronunciarse sobre el problema. De ahí, que se las arreglara para encontrarse con el Pontífice antes de la jornada ecuménica por la paz celebrada en Asís, durante su visita a Florencia, acompañado por el ministro de Defensa, Giovanni Spadolini. El Papa le concedió sólo unos minutos y en compañía de otras personalidades. Pero le bastaron a Weinberger para manifestar al papa Wojtyla la preocupación de la Casa Blanca a causa de que desde Asís se condenara el escudo espacial.

Sin publicación

Carlos Chagas, brasileño, médico y uno de los 80 miembros de la Academia Pontificia de las Ciencias -institución que ha celebrado estos días su 50º aniversario-, ha declarado antes de dejar la capital que el famoso documento preparado por la Academia sobre el tema de la guerra de las galaxias ya no será publicado.Chagas alegó como motivo el que "ha quedado superado". Pero la verdad es que dicho documento, según las declaraciones de algunos de sus redactores, era más bien contrario al proyecto norteamericano. Y por dos motivos: primero, por el alto coste de producción, algo que la Iglesia difícilmente puede bendecir mientras critica el hambre que aflige al Tercer Mundo; y segundo, porque no se considera tal escudo como técnicamente seguro.

Según los científicos del Papa, el proyecto acabaría poniendo en marcha una carrera armamentista en el espacio, ya que, construido dicho escudo protector, nacerían enseguida otros nuevos armamentos, capaces de neutralizarlo y superarlo. Y, así, el proceso iría hasta el infinito.

El Vaticano ha decidido guardar dicho documento en un cajón para no interferir en las negociaciones entre el presidente norteamericano, Ronald Reagan, y el primer ministro soviético, Mijail Gorbachov. Mientras tanto, está a punto de ser publicado un importante documento sobre otros delicados problemas: la deuda exterior de los países del Tercer Mundo y la biogenética, en el que indirectamente podría ser abordado el tema de la objeción de conciencia de los científicos católicos en la investigación del átomo al servicio de la guerra.

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