Una mayor atonía tras la euforia

La Feria Internacional de Arte Contemporáneo (FIAC) es, junto a la de Basilea y Chicago, una de las ferias más importantes del mundo. Aprovechando el espectacular espacio del Grand Palais, la FIAC ha reunido en esta ocasión 176 firmas expositoras. Pero más que el número en sí, que es ciertamente elevado, lo relevante en esta ya veterana feria parisina es la presencia de firmas no francesas, o, lo que es lo mismo, su capacidad de convocatoria internacional. En este sentido, el que del total 90 firmas sean no francesas -más de la mitad- constituye un dato muy elocuente.Como lo que se exhibe en una feria no responde a más hilo argumental que el de la oferta mercantil, es difícil hacer consideraciones al margen de esta última, incluso cuando se mantiene -caso de la FIAC- un criterio de admisión selectivo. Con todo, hay aspectos relevantes, tanto en lo que se refiere a la presente edición de la FIAC como, en general, a la situación que existe en la actualidad en el mercado del arte contemporáneo. Por de pronto, en ambos casos se percibe una situación de mayor atonía, cuya principal causa no es la existencia de una crisis sino probablemente la progresiva recuperación de un estado de normalidad tras la euforia vivida durante los últimos años.

La vanguardia histórica

Desde el punto de vista artístico, este año en la FIAC se pueden hallar obras no sólo de los más importantes creadores del momento, sino también de figuras de la vanguardia histórica. Entre estas últimas citaré solo, a modo de ejemplo, los nombres de Masson -del que hay una muestra muy interesante de sus esculturas-, Alfred Kubin -una excelente colección de dibujos- y Zadkine, por no ponerme a hacer el recuento interminable de las decenas de piezas sueltas de diferentes maestros, que, naturalmente, abundan aquí como en todas las ferias de mercados económicamente muy fuertes. La oferta de la FIAC cuadruplica, sin embargo, su nivel en el capítulo de presencias de maestros de la vanguardia de estos últimos 40 años, pues nos encontramos con representaciones bastante amplias de Michaux, Fontana, Albers, Poliakoff, Hundertwasser, Asger Jorn, Zoran Music, Pierre Soulage, Arman, Tinguely, Louis Cane, Wesselmann, Allan Jones, Kitaj, Soto, Corneille, Klassen, Rainer...

Nuestro país, por su parte, muy escasamente representado en la actual FIAC en cuanto a firmas exhibidoras -tan sólo en esta ocasión con tres galerías (Gamarra y Garrigues, Aele y Cadaqués), tiene, no obstante, un buen plantel de artistas, que son mostrados también a través de galerías del extranjero.

De hecho, los cuatro artistas españoles que tienen una muestra invidual -A. Ràfols Casamada, Robert Llimós, Jaume Plensa y Ben Jakober- lo están todos, salvo uno, con firmas foráneas.

En cualquier caso, abunda la presencia española tanto del presente como del pasado, desde Gargallo, Julio González, Picasso, Miré, Dalí, Óscar Domínguez, hasta Arroyo, Tápies, Chillida, Antonio López García, Andrés Nagel, Juan Uslé, Barceló, Carlos Franco, Juan Savater, E. Gruber, Eloísa Sanz, San José, entre otros artistas.

Debilidad española

Se trata de un dato que debe alegrarnos porque indica cómo se van adentrando nombres de artistas españoles en el mercado internacional, incluso cuando se trata de jóvenes, aunque ello no quite que, por otro lado, sea también preocupante la aún persistente debilidad de nuestras firmas comerciales, que ocupan el noveno lugar en la escala numérica de representación por países en la presente FIAC.