Savimbi: "No soy un instrumento de Suráfrica y, como negro que soy, condeno el 'apartheid"
La gira europea de Jonas Savimbi, presidente de la guerrilla Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA), está siendo un éxito, según Jean-François Revel, escritor conservador y animador de la Internacional de la Resistencia, que apoya los movimientos anticomunistas de todo el mundo.La gira se realiza pocos días antes de otro viaje que promete ser conflictivo: el del presidente de Suráfrica, Pieter Botha, para inaugurar, el 11 de noviembre, un cementerio de compatriotas muertos en combate en las dos guerras mundiales. "No soy un instrumento de Suráfrica. Como negro que soy condeno el apartheid", afirma Savimbi.
Las protestas en Francia por la presencia del guerrillero angoleño y de su principal valedor, el dirigente de Pretoria, no se han hecho esperar. El Gobierno de Jacques Chirac, prudentemente, intenta mantener un perfil bajo en el protocolo dedicado a ambos personajes. Pero un ligero desplazamiento de las posiciones de Francia hacia otras más tibias con el apartheid se percibe en estos últimos movimientos de piezas.
Toda la credibilidad acumulada durante años de guerrilla contra el colonialismo, portugués se desperdició en 1975, cuando UNITA vinculó su combate al de Suráfrica. "Buscamos que Occidente nos comprenda y nos ayude a. superar la desinformación", asegura Savimbi. La desinformación es la identificación entre su guerrilla y los intereses racistas de Suráfrica. Pero Savimbi insiste: "No entiendo el lenguaje del racismo, porque los portugueses colonialistas no eran racistas. Yo no acepto la presión surafricana; su ayuda sí, porque me convienen las relaciones con ellos".
Sus opiniones sobre el boicoteo a Suráfrica no difieren mucho de las de Ronald Reagan o Margaret Thatcher: "Estamos de acuerdo en el principio, contra el apartheid. Pero no en el método. Suráfrica es una potencia militar. No está claro que las medidas de boicoteo sean eficaces". A pesar de sus condenas del racismo, Savimbi matiza las apreciaciones a través de sus anécdotas: "Al principio los surafficanos traían incluso sus platos y cubiertos para comer. Ahora, en cambio, cuando vienen a visítarnos, incluso bailan con las chicas negras".
Savimbi se muestra partidario .de la negociación: "Después de 10 años de guerra la solución militar ya noes posible. La nuestra es una posición de fuerza. Pero, a pesar de ello, no queremos liquidar ni aplastar a nuestros enemigos. Queremos la unidad y la reconciliación. Yo no digo que mis enemigos sean terroristas y bandidos, ni marionetas. Sólo digo que están equivocados. Si se van cubanos y soviéticos, en una se mana nos reconciliamos todos los angoleños".
A pesar de su actitud beligerante, el núcleo de su argumentación no ofrece dudas: "No podemos permitir que el comunismo internacional penetre en Angola cuando hemos quemado a la juventud luchando contra el fascismo. Angola no estaba en ninguna zona de influencia, una vez se fueron los portugueses, y no había, por tanto, ninguna política europea sobre ella. Castro y Moscú se aprovecharon. Ningún país occidental quiere regalar Suráfrica a los rusos".
Sus posiciones sobre el desarme son contundentes: "Ha llegado el momento de parar a los soviéticos, para mí, en Angola Para todos, en todo el mundo Limitar el armamento, de acuerdo. Pero ellos, mientras tanto, se comen el mundo".
Es un orador convincente y hábil. Vestido con un traje mao de color gris, lejano recuerdo de su formación en China, se presenta como un hombre religioso, amante de la libertad y de la democracia. Siempre se refierea su madre, de 86 años, que vive con él en el maquis angoleño. Y en ocasiones su forma de hablar adquiere tonalidades carismáticas. "Llegará el día, llegará. Hemos roto la última ofensiva, de 30.000 hombres. Tengan la seguridad de que Dios me protegerá, como me dice siempre mi madre".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.