Juan Pablo II quiere abrir la muralla china
La jerarquía vaticana estudia la viabilidad de un viaje papal a Pekín
El papa Wojtyla está dispuesto al asalto de la fortaleza china. Su sueño es llegar antes o después hasta Pekín, que fue el sueño del papa Montini, el cual tuvo que contentarse con enviar un mensaje de esperanza a los católicos desde Hong Kong, en plena revolución cultural , durante su viaje a Asia en 1970.
Juan Pablo II, según revelaciones del mensual Jesús, en el que se habla de una cumbre secreta celebrada en la Congregación de Propaganda Fide, a la que fueron convocados los mayores especia listas católicos de la lglesia en los problemas chinos, estaría incluso dispuesto a resolver favorable mente el delicado problema de los obispos válidos pero ilegales. Se trata de obispos verdaderos, pero que fueron consagrados sin la aprobación de Roma, y, por tanto, el Vaticano no los reconoce. Pero tratándose sólo de un problema de derecho canónico, el Papa tiene autoridad para integrarlos a todos los efectos en la jerarquía católica si lo desease. Sin ese paso es impensable un viaje del Papa polaco a China.
Pero para "llegar a un tal compromiso", ha respondido ya el obispo auxiliar de Shangai, el jesuita Lu-Xian, sería antes indispensable que el Vaticano "rompa sus relaciones diplomáticas con Taiwan. Después, en un clima de diálogo y de lealtad, se podrá empezar a hablar con hechos y no sólo con palabras".
En este campo se están contraponiendo en una guerra subterránea las palomas y los halcones dentro mismo del Vaticano. A favor de una solución de compromiso está la vieja diplomacia, que en esto apoya a Juan Pablo II, desde el secretario de Estado, cardenal Agostino Casaroli, a monseñor Achille Silvestrini, responsable de los astintos públicos de la Iglesia.
En contra, azuzados por los grupos de eclesiásticos chinos exiliados, está la curia conservadora, que ve casi como un sacrilegio el que la Santa Sede tenga relaciones con un obispo como Lu-Xian, quien en una larga entrevista que acaba de publicar la agencia Adista, de Roma, afirma que Roma no se puede olvidar de que ellos están viviendo "en una situación socialista" y que en China es necesario "hacer las cuentas con la cultura marxista, y esto aunque no agrade al cardenal Ratzinger".
Algunos juzgan comprometido con el régimen a este obispo sin pelos en la lengua, pero de hecho está llevando a cabo una intensa actividad diplomática fuera de China, donde se ha encontrado ya con tres cardenales en Alemania, con el cardenal O'Connor en Estados Unidos, con el cardenal Sin en Filipinas y con el arzobispo de Lyón. En Shangai, Lu-Xian es quien recibe a los católicos progres que llegan hoy a China de todo el mundo para informarse sobre la Iglesia en aquel país en plena ebullición.
Y para que se vea que él y los acusados de compromiso con el régimen socialista chino no están con las manos cruzadas, el obispo Lu-Xian explica algunas cosas concretas que están haciendo: el año pasado fueron ordenados, dice, siete nuevos sacerdotes, todos ellos provenientes de las cárceles de la revolución cultural. Y han difundido ya 30C.000 ejemplares de los evangelios en la edición de la Biblia de Jerusalén, como también algunos libros de cardenales, como los comentarios bíblicos del arzobispo de Milán, el cardenal jesuita Carlo Maria Martini, y los comentarios al Concilio Vaticano II del cardenal francés José María Popupard, actual presidente del secretariado vaticano para el diálogo con los no creyentes.
No hay duda, sin embargo, de que para el mismo Vaticano y para su hábil y sutil diplomacia el mundo chino sigue siendo un auténtico misterio, un verdadero enigma que les preocupa y les asusta. Mientras, el secretaria de Estado, cardenal Casaroli, lleva varios años dando lecciones de lengua china como expresión de su buena voluntad, ya desde los tiempos de Pablo VI, de abrir una brecha en lo que para la Santa Sede sigue siendo la muralla prohibida".
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